Clara Sánchez prescinde de la etiqueta de escritora para presentarse ante su público, ya que considera que la creación literaria no sabe de géneros. La autora de "Últimas noticias del paraíso", premio Alfaguara de Novela 2000, regresó esta semana a Santa Cruz de Tenerife con su nuevo libro bajo el brazo, "Lo que esconde tu nombre", galardonado a comienzos de este año con el Premio Nadal y pretexto para un necesario debate acerca de las estrategias que el mal emplea para mimetizarse socialmente y hacerse pasar por respetable, gracias, cómo no, al Poderoso Caballero que compra voluntades y silencios.

La XXII Feria del Libro acogió la presentación en Canarias de "Lo que esconde tu nombre", un relato de intriga psicológica protagonizado por Sandra, una joven sorprendida en un momento de incertidumbre que conoce en una playa a un matrimonio de octogenarios noruegos que pueden ayudarle a solucionar sus problemas. La muchacha entra también en contacto con Julián, un superviviente del campo de concentración de Mauthausen, que sigue los pasos de esos amables ancianos nórdicos en cuyo pasado se alojan connivencias nada inocuas con el nacionalsocialismo alemán.

A tenor del asunto tratado en su último libro, ¿piensa que "los asesinos están entre nosotros"?

Sí. Siempre hay grietas dentro de la sociedad, gente que consigue salirse con la suya sin pagar por lo que ha hecho. Es lo que ocurre en la novela con dos viejos nazis que viven tranquilamente, envejecen y mueren en sus camas. ¿Cómo evitan que se ajuste cuentas con ellos? No lo sabemos, pero lo consiguen. Es casi un arte.

No son pocas las personas de pasado turbio que viven en España y a las que no se les toca. ¿Es sólo por dinero por lo que las autoridades y la sociedad prefieren mirar hacia otro lado?

El dinero siempre está ahí, es el gran señor de nuestro tiempo, y a buen seguro que tendrá alguna relación con la gente de la que hablo. Por algo han vivido con total impunidad. En mi última novela hablo de los monstruos que viven entre nosotros. Tras su publicación recibí una carta en la que se me conminaba a "dejar en paz a esos abuelitos que con su dinero han contribuido a levantar España".

Sorprende hasta cierto punto que haya elegido una pareja de octogenarios procedentes de Noruega, uno de los países más castigados en la campaña alemana durante la Segunda Guerra Mundial. ¿En qué se basó?

Mi personaje ha existido realmente y fue condecorado por el propio Hitler. Cuando leí en un periódico una noticia referida a nazis noruegos que residían en la Costa del Sol, sentí que este hecho disparaba la novela. Se trataba de dos abuelos venerables, sentados uno junto al otro, tomando plácidamente el sol como cualquier pareja de turistas, y, sin embargo, su pasado encerraba hechos terribles. Simultáneamente, recordé mi propia experiencia, cuando a principios de los años 80 fui a vivir a Levante. A quinientos metros de mi casaba vivía un nazi, lo que descubrí con un punto de asombro y extrañeza, perplejidad que es común a varias de mis novelas, en las que busco revelar lo extraordinario en lo ordinario.

¿Quién es peor, el criminal o el que colabora con él?

Ambos son malos, pero encuentro más retorcido al que colabora, porque, a la vez que propicia el mal, escaquea su responsabilidad. El criminal puede estar enajenado, pero el colaborador actúa desde la distancia, con la mayor frialdad. Sin duda es peor persona.

¿Emplea al personaje de Sara como un elemento de identificación para el lector, para que éste descubra, con ella, las realidades ocultas?

No lo hice de forma premeditada. Me retrotraje a mis años de juventud y de esa evocación nació Sandra, el personaje inocente, situado entre los verdugos y la víctima (Julián). Cuando la historia comienza ella no ha logrado afianzar su identidad, que irá descubriendo a medida que avanza el relato. A través de sus ojos y de sus estados de ánimo, los lectores van descubriendo a este tipo de personas que esconden un pasado terrible bajo una apariencia afable. Pero esos gestos y miradas amables van adquiriendo otro sesgo a medida que la verdad aflora, no son ya los mismos, por lo que la novela tiene un componente de intriga psicológica. De algún modo, "Lo que esconde tu nombre" es un libro sobre el miedo. Sin moralina, pero con una dimensión moral. Un viaje al conocimiento a través de la intriga, según me dijoprecisamente un lector de Tenerife a mi paso por la feria.

El hecho de que se hable de literatura femenina y se monten ciclos y debates en torno a ella, ¿le enorgullece o le produce vergüenza ajena?

Por fortuna, el fenómeno va remitiendo, pero cuando empecé, en los años 80, era lo que se llevaba. A mí me aburre soberanamente; es más, creo que este tipo de distinciones genéricas no tienen sentido desde el momento en que hemos entrado en un carril de normalidad. A mí también me leen hombres. Lo que sí es cierto que el número de lectoras es superior, probablemente debido a que la literatura ha abierto a muchas mujeres una puerta maravillosa.

¿Qué vendrá detrás de "Lo que esconde tu nombre"?

Es posible que una segunda parte, ya que terminé dejando muchas cosas en el tintero. De algún modo querría saber, como autora, qué es lo que pasará con algunos de los personajes de mi novela, y eso es lo que estoy deliberando en estos momentos.