Los melómanos tinerfeños han podido disfrutar esta semana del arte de Bruno Procopio, uno de los más destacados clavecinistas de su generación que, en la tarde de ayer, llenó el centro de arte La Recova de los magistrales sonidos del clave alemán, representado en las obras de varios de sus maestros.

El programa original giró, de hecho, en torno a la familia Bach, ya que la sonata inicialmente prevista del joven Mozart (la Kv. 279) también está influida por uno de los hijos del maestro, Johann Christian. "Mi intención -comenta el solista- era mostrar las posibilidades del instrumento utilizando como excusa el hecho histórico de que Mozart, en algunos de sus viajes, no disponía de pianoforte y debía tocar en el clavecín. A pesar de ello, tuve que cambiar el programa en el último minuto pues el clavecín Zell no tiene el ámbito necesario para tocar esta sonata, así que opté por tocar algunas piezas de François Couperin incluidas en mi próximo disco, que el sello Paraty editará en marzo de 2010".

El arte del contrapunto de Bach marca el inicio de la modernidad musical frente a quienes la sitúan en el siglo XIX y Beethoven.

Procopio resuelve esta discrepancia al matizar que "el mismo Bach es heredero del contrapunto que se hacía un siglo antes". Por otro lado la música de su hijo Carl Philip Emanuel (del que ayer se interpretaron dos de sus sonatas Württemberg) "aporta una gran modernidad y ayuda a crear un nuevo estilo conocido como Sensible (Empfindlich). Posteriormente la generación de Haydn, Mozart y luego Beethoven seran influenciados por la música de Carl Philip Emanuel Bach".

Pese a que la figura mayúscula de Bach ha eclipsado la genial contribución de algunos de sus hijos, los músicos especializado en la interpretación con criterios históricos se han esforzado en "dar a conocer y hacer apreciar estos compositores menos afamados", sostiene Procopio, quien nació en 1976 en Brasil, pero que desde hace años vive en Francia con su esposa, la fortepianista canario-venezolana Natalia Valentín.

Fascinado por D. Scarlatti

El intérprete se confiesa admirador de la música española escrita para clave, "sobre todo de la música del Padre Soler quién aprendió la técnica del teclado con Doménico Scarlatti, otro compositor que me fascina y del que espero grabar pronto sus obras".

La escasa atención que los programadores del hemisferio norte dedican a la música clásica de Latinoamérica es, en su opinión, un déficit que se va salvando gracias al esfuerzo denodado de intérpretes como él. "Justamente yo trabajo para dar a conocer la música barroca colonial de Brasil, un proyecto que llevo con mucho empeño y en el que colaboro con musicólogos especializados. Tengo la suerte de participar en las producciones del ensamble Turicum de Suiza y de crear mis propios conciertos con músicos franceses. Soy un firme defensor de la música de América, pero soy también muy exigente, ya que estas obras deben hacerse con intérpretes de altísima calidad, para mostrar el virtuosismo y la energía intrínseca que albergan. Si se tocan e interpretan como música fácil o "de segunda" se les quita mérito y el público pierde interés".

Respecto a Tenerife, donde ya ha actuado en tres ocasiones, dice apreciar "mucho" su música popular y "la espontaneidad con la que aquí se organizan tantísimos grupos corales y ensambles instrumentales".