Mohamed Osman (El Cairo, 1952), pintor y arquitecto egipcio radicado en el Norte de Tenerife desde hace décadas, vuelve una año más a compartir su última colección de pinturas con el público que quiera verlas, "Esencia del Norte", muestra que se clausura hoy en el Casino de Taoro de La Orotava, su sala matriz.

Una treintena de pinturas, como siempre caracterizadas por la riqueza de su colorido, reflejan la evolución del estilo de este virtuoso artista. Su declarada militancia en el paisaje urbano, temática que le ha llevado a "retratar" los rincones más históricos y bellos de La Orotava, La Laguna, el Puerto de la Cruz, El Sauzal y Masca, entre otras localidades de la Isla, ha derivado en el comienzo de una nueva etapa pictórica.

"Estoy buscando otros aspectos del Norte de la isla, no sólo la parte del paisaje urbano y su arquitectura. Quiero hacer algo nuevo porque en el momento en el que no haya motivación termina el artista. Siempre hay que abrir una nueva puerta, y ahora me quiero centrar en el paisaje humano, la tradición, en las raíces, en conceptos ideológicos, alguna queja y alguna llamada de atención a la construcción desenfrenada".

Este amante del óleo siente que vive un cambio profundo en su forma de concebir la pintura. Está inmerso en una especie de catarsis que le ha inclinado a buscar nuevos retos técnicos y temáticos que le mantengan en la brecha. Curiosamente ha introducido en esta exposición una obra, un autorretrato, en la que aparece tocado con un sombrero de paja.

"Es el primer autorretrato que incluyo en una exposición y marca un episodio nuevo, una nueva era en mi pintura. Ahora lo que quiero pintar es más dinamismo, movimiento, la figura humana, la tradición canaria, la gente del campo. Quiero acercarme más a la realidad humana. Uno se cansa del paisaje urbano, ahora busco el humano, el costumbrismo".

Con respecto a la luz, asegura que sus últimos cuadros son "más contrastados, no más oscuros. A esta pintura de Los Realejos -imagen superior- le hice un contraluz más fuerte para destacar la luz, por eso se ve una montaña detrás más oscura. Estoy intentando sacar más contraste, más luz todavía, más luminosidad que en las anteriores obras, más transparencias, más limpieza en el color".

En este sentido, Osman confiesa que Sorolla, cuya técnica está estudiando, es su principal referente. "Estudio a ver cómo puedo conseguir más luz en el cuadro, más gama de colores, que el cuadro tenga más aire, más atmósfera. Aquí hay varios paisajes urbanos en los que se puede sentir el aire en la distancia. Con la madurez uno está buscando más la atmósfera del cuadro, la profundidad. Creo que este año he conseguido dar un paso más. Todo el que ha visto la exposición se ha dado cuenta de que ha habido un salto. Hay más transparencia y más fuerza. Con los años uno tiene más confianza, la pincelada sale con mucha más fuerza y vigor. Ahora pinto cada cuadro como si fuera el mejor de mi vida y, al mismo tiempo, no tengo miedo de destruirlo".

Esta nueva aventura artística también está presente en los formatos elegidos para esta muestra, un reto más añadido a su personal camino. "Quiero salir del formato común, por eso he pintado en formato cuadrado, o muy vertical, o redondo, o con arco arriba. Es otra forma de cambiar, un reto para obligarme a buscar. Cada cuadro es un problema y resolverlo me satisface mucho. Me obliga a entrar en otros caminos, a buscar soluciones. Hasta ahora nunca había utilizado un formato panorámico vertical. Quiero buscar lo complejo. En un cuadro vertical es más complicado resolver la mirada. La composición tiene mucha importancia en esta pintura. Son cuadros pensados, no sólo con el ojo, también con el cerebro. Hay que buscar un equilibrio, llevar el ojo a donde uno quiera. Está todo muy pensado".

Osman también ha incluido en esta exposición una serie de obras críticas inscritas en un mundo simbólico. Dos de ellas evocan a dos burros, uno sólo y otra acompañados por una persona, que caminan por un escenario similar a un tablero de ajedrez; hay otra en la que se vislumbra la cabeza de un hombre en actitud de gritar. "Siempre en cada exposición tengo varias obras dedicadas a la condición humana. Dos de ellas se refieren a la inmigración ilegal, la de esas personas que van a Europa a encontrar el paraíso, pero algunos se quedan en el camino. Refleja la tristeza de la Humanidad. La otra se titula "Grito por la paz". El que está gritando tiene un muerto a su lado. Está dedicada a la gente que sufre a causa de la guerra".