SI HAY UNA CANTANTE que encarna la comedia musical en su acepción más chispeante, ligera e informal es la soprano lírica alemana Anne-Liese Rothenberger, nacida el 19 de junio de 1925 en la ciudad de Mannheim. Discípula de Erika Müller, hizo su presentación en Coblenza dos años antes de finalizar la Segunda Guerra Mundial. En 1947, el productor Günther Rennert le ofrece un papel en "Lulú", la obra maestra de Alban Berg, situada en las antípodas de los papeles cómicos que luego le darían fama. La joven Anne-Liese lo interpreta primero en la Ópera de Hamburgo y posteriormente en Munich, bajo la batuta de Christoph von Dohnanyi. 1954 es el año de su debú en el Festival de Salzburgo. Desde ese año será también una de las voces invitadas por la Staatsoper de Viena. En 1960 llega a los escenarios de Nueva York. Su interpretación en "El caballero de la rosa", de Richard Strauss, hace que Lotte Lehmann la proclame "la mejor Sophie del mundo". También es sensible a su performance Herbert von Karajan, quien, bajo la dirección cinematográfica de Paul Czinner, la reúne nada menos que con Elisabeth Schwarzkopf y Sena Jurinac en la representación filmada de la misma obra en el festival de verano salzburgués de 1962.

Para los melómanos, el nombre de la Rothenberger está unido al de Strauss (excelente también su Zdenka de "Arabella"), pero especialmente a Mozart, en cuyas óperas cómicas brilló con su luminoso registro y sus dotes interpretativas (el disco las ha conservado para disfrute de los aficionados, que recuerdan sus actuaciones en "El rapto en el serrallo", "Las bodas de Fígaro" y "Cosí fan tutte"). Pero, además, supo ensanchar su registro a lo largo de la década de los 60 con papeles dramáticos en obras de Berg, Poulenc, Verdi, Henze, Britten, Hindemith, Orff, Pfitzner y Menotti. El lied también fue otro de sus campos favoritos hasta su retirada de los escenarios, en 1983. Antes se había convertido en una estrella de la televisión alemana.

Tras la muerte de su marido, en 1999, tras 45 años de matrimonio, Anne-Liese Rothenberger se estableció en el lago Constanza. En 2003 recibió el Premio Eco a toda su carrera. Tras de sí dejaba una vida musical compartida con algunos de los mejores cantantes de su tiempo, entre ellos -además de las citadas Schwarzkopf y Jurinac- Lisa Della Casa, Dietrich Fischer-Dieskau, Fritz Wunderlich, Irmgard Seefried, Nicolai Gedda, Peter Schreier, Walter Berry y Rudolf Schock. Publicó su autobiografía en 1973 bajo el título "Melodie meines lebens".