Siempre hemos oído eso de que si tuviésemos una bolita de cristal todo sería más sencillo; saber lo que ocurriría al tomar decisiones nos daría seguridad, esa justa que se necesita para emprender un nuevo camino.

A veces no serán decisiones importantes, otras sí. Las dudas nos acompañan siempre, tomamos decisiones cada día sí, pero hay días en los que el peso de la situación genera más opciones y, a su vez, consecuencias más divergentes. Es por lo que dudar significa pensar, analizar y, finalmente, tomar una decisión.

Si miramos hacia atrás en nuestra vida, vemos cómo un sumatorio de decisiones nos ha llevado a estar dónde estamos. Podemos sentirnos orgullosos en algunas, en otras no tanto. Pero al final da igual, ya las decisiones se tomaron, el tiempo ya pasó y tú vida es la que es.

Existe un tipo de duda más potente y profunda. Es una duda que genera cambios internos e intensos de nuestra estructura de la personalidad, hay dudas sobre nuestra forma de ver el mundo y a los que nos rodean, son dudas que penetran en nuestra mente y pueden que nos transformen, o no, en función de lo que vivamos y de dónde marcaremos el límite entre nosotros y la adaptación a la situación. Esas dudas, ésas más profundas, son aquellas que paralizan, las que hacen que tu mundo pueda tambalearse, las que te hacen dudar hasta el punto de cambiar tus valores y, por ende, tu propia esencia.

¿Has estado en una situación tan límite que para sobrepasarla has tenido que hacer algo que nunca imaginaste? ¿Te has rodeado de personas que hacen cosas que no van contigo pero que quizás te hacen plantearte que, quizás, es lo normal? ¿Te has enamorado tanto de alguien que para seguir a su lado te convertiste en quien no eras?

Existen situaciones donde, o bien por falta de recursos, de autoestima o de seguridad, emocionalmente estamos tocados y es ahí donde llegan los momentos de dudas más intensas. Damos vueltas y nos damos cuenta de que estamos subidos a un carro, que seguimos subidos a él, incluso podemos vernos en él, pero, no queremos bajar. Hacerlo nos da miedo, pero para seguir en ese carro, lamentablemente, vamos a dejar atrás a alguien muy importante, ¿sabes a quién? A nosotros mismos. A ti mismo.

Notas que te alejas de ti, y como si de la ventana de un avión se tratase, te ves lejos, muy lejos de ser quien eras. Y te planteas? "quizás es que soy tonto, y la vida es esto", que quizás debas adaptarte y cambiar el modo de ver las cosas... o quizás debes decir basta, aferrarte a tus principios y seguir siendo feliz contigo mismo como lo eras antes.

¿Tiene esa persona o situación tanto poder como para hacernos dudar tanto de nosotros? ¿Como para destruir lo que hemos sido, nuestros valores, nuestra ética...? ¿O es esa situación la que nos hace adaptarnos y crecer?

¿Es la vida la que nos pone a prueba? ¿O somos nosotros quienes nos metemos en ella? ¿Cómo tomar la mejor decisión? ¿Cómo ser nosotros mismos en versión mejorada?

La respuesta parece ser muy evidente y tajante, si dejas de ser tú, lo que te hace cambiar no te conviene, déjalo partir, aléjate y vuelve a tu camino. Sí, parece muy fácil, pero a lo mejor no lo es tanto.

Quizás no todo sea blanco o negro, quizás esta persona o situación está en tu vida para tomar experiencia y crecer con ella, quizás justo todo esto es para hacerte mejor y salir con una escala de grises que formen un buen estuche de herramientas para otra vida. Quizás hay algo en nosotros que todavía no está bien definido y es por lo que nos metemos en esa situación, para que al vivirlo nos demos cuenta de lo que nos hace daño y lo que no, dónde están nuestros propios límites.

Como evolucionamos y nos moldeamos con la vida, quizás esa situación nos haga crecer como persona, quizás no. Lo único que tenemos para poder apoyarnos es ver dónde está el límite de nuestra sensibilidad, y es cuando está herida nos encontramos con el punto de retorno. Las dudas, al fin y al cabo, son herramientas de análisis para nuestro cerebro, las dudas nos hacen conocernos más, nos ponen a prueba. Dependerá de nuestra autoestima y de nuestra estructura como persona hacia dónde nos vayamos moviendo.

Cuando la duda se impone implica un análisis más profundo de una situación que va a generar grandes cambios, que ese análisis no se convierta en parálisis, subidos a ese carro sin hacer nada, simplemente viviendo y capeando la vida, como si las riendas las llevasen otros y tú fueses un simple observador.

Hay veces en las que hay que dejar de pensar tanto y actuar confiando en uno. Y si alguien intenta burlarse de ti, malo; si alguien te descalifica, malo, no te dejes influir por un entorno que quizás no es el que te conviene. Al final se basa en creer en ti, simple y llanamente. Estar tranquilos y satisfechos con uno mismo, con sus creencias y valores bien firmes. Que nadie te haga ser quien no eres si es para mal. Rodéate de gente buena, la hay. Y que tus dudas sean sanas. Aligera el camino de la vida y no lo hagas más pesado. ¡No te compliques!

*Psicóloga y Terapeuta

http://anaortizpsicologa.blogspot.com.es