Sin temor a equivocarnos, insistimos una vez más que no existe nada más noble que la dedicación a la política, pero no debe ser suficiente argumento, pues lo que hay es que "ser", donde la inercia no tenga ninguna cabida y permanecer estático dentro de una organización tampoco debe ser considerado, pues lo que nos deben pedir a los que aquí estamos es dar soluciones, aportarlas y preparación.

Es el único lugar donde no pueden existir vacantes. No debe de ser la meritocracia del tiempo el factor más destacado del currículum. Creemos que lo más importante es aportar valor añadido, pues si no el intento de perpetuación se convierte en decisivo.

Debemos apostar por el rigor, la transparencia, la comunicación y por la cercanía con todos los ciudadanos, sean del color político que sean. Únicamente así, con cercanía, sinceridad y la información, la política volverá a ganarse el respeto de todos y volverá a escribirse con mayúsculas, y lo tenemos que hacer entre todos.

No es la primera vez que, aprovechando esta ventana, decimos que el Partido Popular de La Laguna tiene un compromiso formal con los ciudadanos y sus problemas, convertidos en prioridades, que son el centro de toda política para nosotros.

Sin lugar a dudas, el ciudadano debe ser el eje central de todas las políticas que se desarrollan o se impulsan en un mandato. Ayudar a mejorar la vida de nuestros vecinos nos ayuda también a progresar como personas y como pueblo, pero nunca primando el interés particular, y sí anteponiendo el general.

Les queremos confesar que en ocasiones la política puede resultar repetitiva y cansina. Esa sensación nos asalta cada vez que observamos a determinados personajes que viven de la política gracias al populismo y de un lenguaje muy cercano, pero poco o nada real, y de ahí el título de nuestro artículo semanal.

Seguimos observando políticos que hacen política para hacer su vida más fácil, y que debemos saber identificar. Una lacra que afecta a todos los partidos políticos, sin distinción alguna (algunos más que otros), pero que provoca que nos replanteemos las formas, mientras los que verdaderamente amamos la política como vocación de servicio público somos metidos en el mismo saco, y eso es injusto. En política practicamos el humanismo activo.

No nos cansaremos de repetir que a la política se viene voluntario. Es un servicio y no un beneficio, y con la única satisfacción del deber cumplido. A los que a ella llegamos tenemos que tener claro que somos meros administradores temporales de lo público y no los dueños.

Deberíamos todos los que estamos en la actividad pública que nuestro puesto es de servicio público, servicio al ciudadano, y que se lo debemos casi únicamente a ellos y a nuestra organización, por este orden, por lo que tenemos que dedicarnos a solucionar los problemas de los ciudadanos independientemente de quien gobierne. Ese debe ser nuestro motivo principal. Y de verdad que lo intentamos siempre, aunque a veces no lo logremos, pero nunca seremos negligentes.

Evidentemente en política no todo vale, y tampoco no todos ni todas valen por muchos motivos. Hay actitudes y aptitudes que deben ser desterradas de la vida pública pues su toxicidad solo hace daño a la política. Tristemente perduran en el tiempo y como son cobardes suelen esconderse en la sombra, pero todos los que mayoritariamente amamos esta actividad noble de la política tenemos que ser muy incisivos en apartar y denunciar estas prácticas, que además somos la mayoría en todos los partidos políticos.

Quienes nos conocen saben que siempre recordamos un principio médico importante que se llama "medicina de la evidencia" y que viene a decir "que hay que hacer lo que evidentemente se tiene que hacer". La evidencia se mide, se audita y se plasma, por eso la introducción de métodos científicos en política es la mejor manera.

Insistimos pues en que "estar" en política no debe ser suficiente argumento, pues lo que hay es que "ser", y es que lo que nos deben pedir los ciudadanos a los que aquí estamos voluntarios son soluciones, aportarlas y preparación, tres pilares de los que carecen muchos.

Los cargos no hacen a la personas, pero sí las personas a los cargos. A las personas se les conoce, no por lo que dicen pero sí por cómo se comportan.

*Senador por Tenerife y portavoz del PP de La Laguna