El otro día casi mato a uno o me mato yo. Que los ciclistas transiten por autovías hechas para vehículos a motor me parece una temeridad. Me da igual lo que piensen los teóricos en una situación supuesta, porque yo el otro día viví una realidad que, aún hoy, me acelera las pulsaciones al recordarla. Conducía por una carretera general diseñada para vehículos pesados de alta velocidad, y al divisar a dos ciclistas que circulaban en paralelo y cogían la mitad de mi carril aminoré, como siempre. No los podía adelantar, porque si invadía el carril contrario me estrellaba contra los coches que venían a toda leche de frente. Detrás de mí, ya venía una cola de coches tocando la pita, como es habitual en estos casos.

Esperé el momento adecuado e inicié la maniobra para adelantar, pero en ese instante, al ciclista que circulaba más cerca de mí, se le fue la bici y se me echó encima del coche. Si no llega a estar vacío el carril contrario lo mato o me mato yo, y no hay derecho a esta suerte de sustos cada dos por tres. No culpo al colectivo de ciclistas, pero tampoco al de conductores; si tuviera que satanizar a alguien lo haría con la norma de tráfico. Algunos pensarán que me podría haber ocurrido con un tractorcito, con una moto o hasta con una cabra, pero lo cierto es que me ocurrió con una bici, como cada vez es más habitual. Y la norma que permite estas situaciones, tal y como está hoy concebida, me parece una disparate.

@JC_Alberto