Blanco, en botella y viene de la vaca. O sea, leche. Como era de esperar, la afortunada coyuntura que establece la aritmética parlamentaria nacional ha transformado al diputado de Nueva Canarias, Pedro Quevedo, en protagonista de aquel programa de la TVE en blanco y negro, "Reina por un día". Y Quevedo, con la paciencia y la astucia de los viejos rockeros, lo está ordeñando sabiamente.

Pese a lo que parece, la posición de NC no es nada cómoda. Entraba en negociaciones con el pesado condicionamiento de no poderse cargar unos presupuestos que son sustancialmente buenos para Canarias. O lo que es lo mismo, partía con la losa de que la otra parte -el Gobierno nacional- sabía perfectamente que los nacionalistas canarios están prisioneros de una circunstancia adversa que limita a priori su capacidad negociadora. De ahí que durante los prolegómenos del encuentro, Román Rodríguez se desgastara tanto diciendo que a ellos no les iba a temblar el pulso para mandar al carajo a Madrid si no se aceptaban sus condiciones.

En realidad, Rodríguez es perfectamente consciente de que si Nueva Canarias se cargase los presupuestos asumiría un desgaste importante en las islas. Por eso la primera sesión negociadora se ha escenificado en los términos de un avance satisfactorio para las dos partes. O lo que es lo mismo, que tanto el PP como a NC le conviene transmitir a la audiencia que se está progresando adecuadamente.

Pero el asunto que puede cargarse las negociaciones no son las presiones para conseguir más consignaciones presupuestarias sino, según dicen, el empeño de Nueva Canarias en horquillar al PP con un acuerdo de modificación del Estatuto de Autonomía para modificar el actual sistema electoral canario de la triple paridad, que perjudica a las grandes islas y, específicamente, el caladero de votos del partido de Román Rodríguez en Gran Canaria. Pese a ser una fuerza política nacionalista y de izquierdas, NC no parece tener el menor problema en proponer dar el esquinazo al Parlamento canario para que le venga cocinada desde el corazón del Estado una reforma centralista. Son las cosas del posibilismo político, que están por encima de la coherencia. Quevedo tiene entonces la misión de colocar, bajo el decorado de las negociaciones sobre el dinero que venga a Canarias, la bomba lapa de una exigencia al PP para que apruebe en Madrid la reforma del sistema electoral canario y, lo que es más importante, se sume a toda la oposición cuando venga a Canarias.

Coalición, PP y Asamblea Socialista Gomera tienen los suficientes votos como para cargarse cualquier aventura de reforma por mucho que venga de la capital. Que no se vote en Canarias sería jurídicamente imposible y políticamente impresentable. Además, en la negociación con el PP, queda un pequeño gran problema: ¿Qué reforma se aprueba? Y esa es la coña. No existe un acuerdo entre los que se quieren cargar el actual sistema. Si esto no es Canarias que baje dios y lo vea.

La alcaldesa de Güímar nunca pasa desapercibida. Ha transitado de "Sálvame" a salvar varios ancianos del municipio que se encontraban, al parecer, en malas condiciones en una residencia considerada pirata. Las políticas sociales se han convertido en una materia en la que todas las administraciones meten mano sin ponerse de acuerdo y sin coordinar esfuerzos. En el caso de las residencias, la acción en solitario del Cabildo de Tenerife no es suficiente. Tenemos 3.500 mayores en la isla en lista de espera de dependencia. Ya va siendo hora de que exista en Canarias una apuesta decidida para garantizar a los ancianos una vejez digna. Tenemos más esperanza de vida y una pirámide de población que anuncia muchas necesidades a medio plazo. Más vale que nos vayamos preparando para que cuenten con la atención que se merecen. Este debate no debe ser flor de un día. Bien por la alcaldesa güimarera que en esta ocasión ha hecho lo que tenía que hacer.