En tiempos en los que un recodo del mundo empieza a querer hacer de la madre una figura reemplazable, yo vengo a rebelarme. Ni familias monoparentales ni embarazos subrogados ni progres de postín: porque una madre es la inclusión de la realidad diversa y jamás todo lo contrario. Una madre es espacio común, es una lucha, es sobreponerse, es buscar una salida y es repartir cuando no hay. Y aunque la quieran sustituir más allá de su función natural, no podrán. Hoy una madre sigue siendo el eje fundamental sobre el que pivota el orden de nuestra vida, y somos quienes somos como resultante de su impronta. Qué comemos, cómo lo hacemos, con quién o el orden de nuestras comidas son el fruto de una vida de desvelo a todas horas. Y así, en todo los órdenes.

En una vida cada vez más abierta, la familia tradicional adopta formas y dimensiones que descubrimos día a día con el propósito de sentirnos mejor y más realizados como individuos, pero no por ello tenemos que comulgar con aquellos que promulgan que la figura de la madre es prescindible. En un mundo donde el bien más escaso es el tiempo, una madre es "todo" el tiempo, y los hijos, como sabemos, no son lo que los padres dicen, sino lo que los padres hacen. Y es que una madre, más allá de la que nos haya parido, es un concepto.

@JC_Alberto