El término "déjà vu" no es más que el término "ya visto" en francés, pero con el que nos estamos refiriendo a aquellos momentos en los que al presenciar algo tenemos la sensación de haberlo vivido previamente.

Nos ocurre lo mismo al presenciar los episodios políticos que estamos viviendo en los últimos años en Europa, llenos de controversia y donde recobran fuerza errores del pasado que tanto criticamos.

Holanda, bajo la atenta mirada de medio mundo, salía masivamente a la calle para frenar la oleada populista y xenófoba que recorre nuestro continente. Nos recuerda pasos dados en el pasado y de los que todos nos arrepentimos en el presente.

Siempre hemos sido partidarios de no olvidar el pasado, hasta el punto de tenerlo siempre en el presente, con el objetivo de evitar que los errores se repitan. Y parece que ese es el objetivo de muchos en la actualidad: borrar la historia para volver a repetirla. No. Es un lujo excesivamente caro, y no solo en lo económico. También en lo social.

La extrema derecha y los nuevos populismos (la extrema izquierda) que recorren el Viejo Continente nos pueden salpicar a todos, independientemente de nuestra ideología, historia o nacionalidad, y eso ocurrirá si no tenemos vigente en nuestra memoria los errores del pasado y además no corregimos los defectos del presente. El binomio corrupción-crisis económica es letal para la acción política, aunque estamos convencidos de que la mayoría de los políticos de todas las formaciones son gente normal y honrada, pero hay que explicarlo con transparencia.

El populismo se caracteriza por un fuerte liderazgo de un sujeto demagogo que utiliza las penurias de la crisis, las propuestas de una supuesta igualdad social y una movilización popular intentando manipular los sentimientos de los ciudadanos y herir el factor de referencia que representa la política. También es importante señalar el claro predominio de los argumentos emocionales sobre los racionales, sin tener en cuenta otros aspectos importantes en política, como la capacidad presupuestaria, los movimientos políticos necesarios para "fabricar" una medida o los cambios normativos, entre otros, pero dando soluciones fáciles a los problemas difíciles sin el necesario conocimiento. Es algo que vemos a diario en la política internacional, nacional, regional, insular y municipal.

El uso del populismo excede de lo que debería utilizarse, y en la actualidad más que nunca en contextos políticos y sin que del término se llegue a desprender una evidente identificación ideológica, sino más bien con procedimientos como la demagogia o el discurso fácil. Nunca olviden que la demagogia es la antesala del totalitarismo.

Algunos y algunas realizan falsos discursos que agradan al oído del oyente (los ciudadanos), pero luego se contradicen en sus acciones en el día a día.

No nos cansaremos de repetir que a la política se viene voluntario. Es un servicio y no un beneficio, y con la única satisfacción del deber cumplido. A los que a ella llegamos somos meros administradores temporales de lo público y no los dueños, cosa que algunos no lo tienen claro y sobre todo en nuestra Comunidad Autónoma, convertida en un coto privado para los que dicen representar a Canarias. Somos de los que pensamos que la política son sentimientos y referencias, y no podemos dañar esos sentimientos ni dejar de ser referentes.

El ciudadano debe ser el eje central de todas las políticas que se desarrollan o se impulsan en un mandato o legislatura. Ayudar a mejorar la vida de nuestros vecinos nos ayuda también a progresar como personas y como pueblo, pero nunca primando el interés particular y sí anteponiendo el general. El de todos y todas.

Evidentemente en política no todo vale, y tampoco no todos ni todas tienen condiciones ni preparación para ejercerla. La política debe ser una actividad y no una profesión. Hay actitudes y aptitudes que deben ser desterradas de la vida pública, pues su toxicidad solo hace daño a la política. Tristemente perduran en el tiempo, y como son cobardes suelen esconderse en la sombra, pero todos los que mayoritariamente amamos esta actividad, que somos la mayoría, tenemos que ser muy incisivos en apartar y denunciar estas prácticas.

"Estar" en política no debe ser suficiente argumento, pues lo que hay es que "ser", donde la inercia no tenga ninguna cabida, y permanecer estático dentro de una organización tampoco debe ser considerado, pues lo que nos deben pedir a los que aquí estamos son soluciones, aportarlas y preparación. No nos permitamos el lujo de olvidar el pasado porque podría convertirse en presente, volviendo a cometer errores de otras épocas.

*Senador por Tenerife y portavoz del PP en el Ayuntamiento de La Laguna