Estamos en la primavera, pero el tiempo sigue revuelto: lo mismo cae una tromba de agua que hace calor inusual para estas fechas, tanto en la Península como en Canarias.

He tocado el tema del tiempo tanto por su actualidad y efectos, que se han extremado (por ejemplo, Alicante), como por las escasas medidas que se toman para evitar los destrozos y pérdidas de vidas (Perú). En general, se toman muy pocas precauciones; a lo sumo, después del hecho se toman algunas medidas paliativas. Debería haber una mayor sincronía y comunicación con las agencias de meteorología y otros medios para prevenir (¡esta es la expresión necesaria!) estos hechos. La Protección Civil debería, especialmente en épocas proclives a estos hechos (inundaciones en el invierno, en verano tenemos los incendios), estar en alerta, tener activados centros capaces de tomar las medidas adecuadas y equipos o procedimientos técnicos, o ambos, para prevenir y evitar estos sucesos. Especialmente en los incendios forestales. En Canarias hemos sufrido muchos de ellos, algunos con pérdidas humanas (La Gomera); la prevención es muy importante; la limpieza previa de pinocha y matorrales de los montes, también. En Galicia, hace unos años, utilizaban al ejército (o a la armada incluso) para la vigilancia, y así se evitó una gran cantidad de incendios, o bien porque se pudieron impedir o porque se avisó rápidamente de su aparición. En Tenerife había unas torretas en el monte de La Esperanza de vigilancia, y creo que ya no existen. Gran número de los incendios son por descuidos o intencionados; habría, asimismo, que endurecer las penas en los intencionados, haciéndoles pagar importantes cantidades de dinero, ¡que es lo que más duele! (también por los descuidos, pero menos importantes). El mal se realiza en poco tiempo; volver las cosas a su antigua situación (el monte en este caso) dura años.

Se está gastando mucho dinero en festejos (navidades, carnavales, fiestas de mayo...). Dicen que la afluencia de turistas ha dejado un montón de millones, pero ¿para quién?; para el ayuntamiento no creo, será para los hoteles, comercios, y restaurantes. Sin embargo, hay que limpiar la gran cantidad de basuras que dejan y montar unos servicios de emergencia y seguridad. Esto viene a cuento de que los parques y jardines están descuidados, incluyendo el García Sanabria: no tienen una vigilancia adecuada como tenían antes, no se recogen las hojas que caen de los árboles, nadie vigila que los gamberros, que tristemente hoy abundan, pintarrajeen y destrocen monumentos y lo que sea. Antes había servicios públicos debidamente atendidos en distintos puntos de la ciudad; ahora, que yo sepa, solo colocan en algunos festejos esas cabinas antiestéticas. No se contrata personal, por eso no baja el paro; se prefiere, en su caso, externalizar un servicio, mucho más caro y peor, que darlo. La ciudad no está limpia, y es poco segura. ¿Para cuándo la policía de barrio tantas veces prometida? Sin embargo, los impuestos municipales siguen altos: más de 900 euros pago yo por el Impuesto de Bienes Inmuebles, en un edificio de pisos, y además, si quiero fraccionarlo, no basta con que vaya una vez a hacerlo: ¡tengo que hacerlo todos los años!

Pagamos un impuesto de circulación, pero cada vez es más complicado circular con el coche por la ciudad; las guaguas o el tranvía no cubren toda la ciudad; los taxis han subido la tarifa; hay personas mayores o con impedimentos que tristemente, aunque sea muy bueno caminar, no pueden hacerlo. Solo se piensa en dar facilidades a los bares para que abran terrazas ampliando aceras, aunque vaya en perjuicio de muchos comerciantes, porque esas calles suelen evitarse. Lo último está siendo Méndez Núñez, una arteria fundamental en la ciudad, que la atraviesa de un lado a otro; no hay muchas como ella: las Ramblas, ahora llamada de Santa Cruz; la avenida de Anaga, y antes era Méndez Núñez; además, la unión vertical entre estas tres arterias, o no existe o es complicada. Para colmo, una intermedia es la calle de La Rosa, que también hablan de peatonalizarla (¡qué manía!) o reducir las vías de circulación (¡ampliando las aceras, por supuesto!). Hay que suprimir aparcamientos, pero sin que haya estacionamientos públicos con un precio asequible que los compense. ¡Qué habremos hecho los que necesitamos el vehículo para resolver nuestras cosas! Se está gastando mucho dinero en construir cosas que muy poca población ha pedido, como esto de la calle Méndez Núñez, o ampliaciones y peatonalizaciones en la zona portuaria, y, sin embargo, el tema patrimonial está abandonado: la Plaza de Toros, el Bufadero (donde podría ubicarse un museo naval, tan necesario), el Viera y Clavijo, la Escuela de Comercio...