La única vía para no recaer invariablemente en una crisis es mantener la economía de una región en altos niveles de competitividad.
O lo que es lo mismo, encontrar la manera sistemática de que un territorio ofrezca un entorno sostenible para las empresas y que sus ciudadanos puedan trabajar y vivir.
Entre los parámetros que debemos resaltar destaca el hecho de necesitar unas instituciones eficientes, que se propicie la estabilidad económica, unas adecuadas infraestructuras, un sistema sanitario amplio y competitivo y una educación que garantice unos recursos humanos productivos.
A todo esto, debemos incorporar actuaciones suficientes en materia de enseñanza superior, cualificación de mano de obra, incrementar la capacidad tecnológica y el grado de transferencia de conocimiento de la universidad a la empresa.
Ahora podemos rasgarnos las vestiduras y acusarnos unos a otros hasta ver quién ha incumplido con su deber, o asumir el reto de ir subiendo peldaño a peldaño en la necesaria competitividad de las Islas a través de un compromiso de diálogo social con un único objetivo para Canarias, que debe ser el fin último de todas las acciones políticas y sociales: el pleno empleo sostenible.
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