Somos de los que pensamos que la educación es una de las inversiones más rentables para un país que se conoce en el mundo democrático, y este es más democrático cuanta más educación se tenga.

También somos de los que pensamos que esa inversión (y no gasto) tiene que ser bien dirigida en educación contrastada y con evidencia científica para que el resultado final sea bueno. No vale la improvisación. Solo se debe hacer lo que evidentemente está demostrado y funciona.

Por todo ello, hablando de educación, y educación universitaria en particular, tenemos que hacer un grandísimo esfuerzo para que no se llegue demasiado tarde al futuro que tenemos ahí. Para nosotros, como universitarios que somos, con más de tres décadas de experiencia, la universidad tiene que tener dos misiones fundamentales, por encima de todas las demás: crear hombres y mujeres libres y crear mujeres y hombres empleables, pero que también llegue a tiempo como misión fundamental de la propia universidad: ser vanguardista.

Las estadísticas dicen que en diez años unos dos millones de jóvenes finalizarán sus estudios. Y lo harán justo en el momento en el que otros tres millones necesiten actualizar sus conocimientos, y es que cada año terminan sus estudios cerca de 200.000 jóvenes en España, y que tres de cada cuatro niños en la actualidad tendrán profesiones que hoy en día ni tan siquiera existen o conocemos. Evidentemente, algo falla.

Es imprescindible la creación de un espacio europeo no universitario, ya que existe el Bolonia universitario, para que el nivel de acceso a la universidad sea uniforme en toda la Europa a la que pertenecemos, evidentemente incluida España.

Tenemos que revertir el índice del "ranking" de universidades de Shanghai, donde no aparece ninguna española entre las 200 primeras. Eso sí, es verdad que midiendo por departamentos hay muchos que son punteros en el mundo. La inversión media por alumnos está dentro de la mitad de la clasificación europea, por lo que debemos mejorar los resultados.

Las empresas españolas no pueden seguir teniendo graves dificultades para encontrar jóvenes trabajadores que no cumplen con el perfil que buscan o que carezcan de experiencia. Nos explicamos: un joven necesita una media de entre 5 y 6 años para finalizar una carrera, pero cuando lo logran sus conocimientos ya están obsoletos.

A España le falta reacción a las demandas actuales del mercado laboral, y las nuevas titulaciones desde que se planean hasta que se ponen en marcha, sumado al tiempo medio que tarda el estudiante en terminar sus estudios, provoca que se llegue tarde. Muy tarde.

Esa tónica debemos revertirla a la mayor brevedad posible. Que nuestras 84 universidades públicas sean lugares de continuas entradas y salidas de personas que se forman más, mejor y adaptadas a las necesidades del mercado actual, que propicia que los profesores también estén adaptados a los nuevos tiempos y listos para enseñar el mañana.

Otros países nos llevan delantera en este sentido, y debemos recortar el terreno perdido poniendo en marcha cuantas medidas políticas y presupuestarias sean necesarias para que volvamos a ser un referente en Europa y el mundo.

Días atrás, en pleno vuelo entre Madrid y Tenerife, tenía la oportunidad de leer las palabras del directivo de una compañía dedicada a las nuevas tecnologías en las que aseguraba que la falta de titulaciones en nuestro país y la falta de experiencia laboral en determinados empleos han provocado una caza casi furtiva de grandes empresas tecnológicas de nuestro país, que han optado por buscar sus talentos y formarlos, debido a la falta de reacción de nuestro sistema educativo universitario.

Para ser sinceros, no le faltaba razón. Es más, esa estrategia es utilizada ya en Estados Unidos con un elevado grado de éxito, centrándose en becas de reeducación ofrecidas por empresas para "fabricar" su empleado ideal con las necesidades que se requieren.

Sin temor a equivocarnos, e independientemente de la ideología de cada persona, el verdadero cambio del modelo económico tiene que pasar obligatoriamente por el fomento y desarrollo de la Investigación, Innovación y Desarrollo, la I+D+i+d, pero debemos estar preparados porque ese futuro comenzó ayer, y tenemos que afrontarlo con la mayor de las garantías y por el futuro de todos.

La reducción burocrática, el manejo correcto de la autonomía universitaria, la libertad de cátedra, tienen que ser argumentos importantes para darle y hacer más fluida y dinámica las enseñanzas universitarias españolas.

Ahí deberíamos contribuir todos. Pacto por la educación.

*Portavoz del PP de La Laguna, senador por Tenerife y catedrático de la Universidad de La Laguna