Con un psicólogo dispuesto a pasar consulta a los cazadores para aliviar sus delirios, un grupo de animalistas sostiene que estos tienen una tara que debe ser tratada por un profesional de la salud mental. El próximo domingo tomarán en una marcha 25 ciudades españolas con el propósito de abolir la caza menor (conejos, perdices o aves migratorias) y la mayor (muflones, osos, cabras...). La "manifa" tendrá lugar en Santa Cruz y Las Palmas. Yo lo flipo un poco, pero también otras dinámicas que nos parecían absolutamente admitidas son repudiadas hoy e incluso prohibidas. Por ejemplo, fumar en un kínder, en un avión, en un restaurante o en un hospital. Claro, que llamar desequilibrados a los cazadores tampoco es lo más diplomático a la hora de invitarlos a entrar "en razón".

Detesto el maltrato y también el animal, pero mis dudas más allá de la obviedad son siempre las mismas: ¿pescar un pulpo también es síntoma de un desequilibrio? ¿Y si es para después cocinarlo? Si las plantas son seres vivos, ¿siente nostalgia un aguacatero cuando le arrancamos su fruto? ¿Dolor? ¿Qué hay de las hijuelas de las plantas y de sus retoños? ¿Es posible la psicología animal y la vegetal? ¿Realmente un burro no puede cargar a una persona? ¿Y un camello a un Rey Mago? ¿Cómo lo saben? ¿Quién es realmente un animalista? ¿Qué saben de animales? ¿En qué se debe basar un legislador cuando ve este clamor? Ay señor, confieso que vivo sin vivir en mí; soy un océano de dudas y sucumbo en ellas un día tras otro. Y claro, hoy no es una excepción.

@JC_Alberto