Tenemos la culpa. Nos guste o no somos muy similares a ellos, con menos poder y dinero, pero muy parecidos. La forma es lo de menos porque el fin siempre justifica los medios. Nos importa más su competencia en la gestión que su honestidad. Así nos va, porque la ejemplaridad, la moralidad y la decencia se quedaron en el primer bar de la esquina, en aquel lugar donde dijiste que "te daba igual que roben porque yo soy del PP y, al final, tú sabes que los otros también roban".

Se nos da bien insultarlos y ponerlos verdes en Twitter, pero la realidad es tan dura como efectiva: te quedaste en tu casa en vez de ir a votar; la papeleta te delató e hiciste bueno el derecho de no cumplir tu deber como ciudadano. Acuérdate de todos los que murieron y lucharon para que hoy pudieras elegir quién te va a gobernar; les fallaste y lo sabes. Acuérdate de que tienes abuelos y padres, y que perdonando la corrupción los dejas de lado y favoreces a aquellos que hicieron negocios con sus ahorros. No olvides que mientras ellos viven a todo tren, con lujosos coches y viajes a paraísos fiscales, las huchas de las pensiones continúan con su lamento, con un grito sordo que no se oye en la inmensidad de las instituciones públicas.

Sigue dándoles tu confianza para que el PIB no se recupere, desciendan las inversiones y la reducción de la productividad sea la nota dominante. Vota corrupción como buen patriota para que sigamos desmontando el Estado de derecho y la evasión fiscal merme la posibilidad de destinar mayores recursos para el desarrollo económico y social; no vale con la banderita de España. Vota corrupción para sostener las contrataciones directas, y que el tenderete de los sobreprecios mantenga sus privilegios. Dales la mano al político y al constructor para que inflen el precio de obra en suelo municipal y todo termine en un choque de manos por valor del triple del precio estipulado; no importa que se edifiquen viviendas en suelo rústico de protección especial.

Más de 126 de casos de corrupción no son suficientes para que abras los ojos y veas que casi el 50% de las tramas se las reparte el PP y cerca del 30% el PSOE. Mira de frente para que no vuelva a ocurrir que los sobresueldos, los ERE de Andalucía, el caso Las Teresitas o la financiación irregular de los partidos permitan que un porcentaje elevado de alcaldes, diputados y consejeros imputados sean reelegidos. Ellos ganaron la batalla y nosotros la perdimos; consiguieron que normalicemos lo indigno y lo deshonesto.

Votamos a Mariano Rajoy a pesar de decir que "nadie puede garantizar que la corrupción desaparezca", o a Felipe González después de defender que "al gobernar aprendes a pasar de la ética de los principios a la ética de las responsabilidades". En España el expresidente de la CEOE, Arturo Fernández, manifestó una vez que en nuestro país "hay mucha gente honorable imputada", y aquí no pasa nada. Lo que no se le puede negar a la cosmética política es la fabricación de un chivo expiatorio a la altura de las leyes de transparencia y los códigos de buen gobierno, un ejemplo de cómo los lobos son los encargados de cuidar a las ovejas.

Somos cómplices y responsables de sus acciones, porque cuando el dinero habla, ellos callan y nosotros obedecemos.

@LuisfeblesC