Lo que acontece en el devenir cotidiano del ciudadano de a pie está condicionado por las vergonzosas noticias que le llegan desde los despachos de prestamistas, usureros, banca y políticos. La Transición ha permitido acceder a ese turbio mundo. Se trató de encubrir una serie de errores perversos que afectaron y afectan a la vida de miles de familias, a medianas y pequeñas empresas, es decir, a todos los que conforman el noventa por ciento de la ciudadanía desigual que sostiene a ese otro diez por ciento que se ha visto beneficiado por los distintos Gobiernos (hay más personas investigadas de derechas que de izquierdas). La gente se ha encontrado con una formidable deuda fruto de las atenciones ofrecidas amistosa y generosamente desde esas entidades protegidas por las maquinaciones gubernamentales. Luxemburgo no ha entendido lo de las abusivas cláusulas suelo. Y el PP, PSOE, Ciudadanos, PNV y Coalición Canaria se han puesto de acuerdo para dejar libertad a los bancos, que decidirán cuáles son opacas o no y para que Hacienda cobre los intereses que perciban los afectados engañados. El colmo ha llegado con el anuncio de la patronal bancaria sobre ¡el inmediato encarecimiento de las hipotecas! Ya todo el mundo tiene claro que el Gobierno ha intervenido, y seguirá haciéndolo, con extraordinarios planes de saneamiento (recortes) destinados a tapar esos agujeros producidos por pésimos y peligrosos trámites. La Banca siempre gana. La desigualdad se ha instalado y desarrollado en España. Cuatrocientos veinte euros mensuales y a comer a Cáritas o Cruz Roja.

En nuestro país, que permanece en los últimos lugares de todo en Europa, se tomó una decisión insólita ante la crisis negada, obcecadamente, por Zapatero y, continuadamente, por Rajoy. Lo que importaba era la ayuda a estos ricos banqueros en dificultades porque nadie tenía el atrevimiento de indicarles que dedicaran parte de sus exiguas fortunas a reducir el déficit estatal, producto de una ristra de alegrías incontroladas por ambos mandatarios. Hace tiempo que venimos sugiriendo aquí, inútilmente, el cambio en las siglas de los dos partidos. Ambos se han dedicado a tapar irregularidades manifiestas, olvidando, sin ruborizarse, los problemas del ciudadano. Protección a la banca y a los privilegiados. De pena. Aznar y González son dos ejemplos perfectos. Resulta penoso desprenderse de sueldos de cientos de miles anuales mientras existan paupérrimos que satisfagan a Hacienda. Ahí caminan también los de Podemos, ya peleados, defendiendo los regímenes dictatoriales a cambio de remuneraciones millonarias. "Podemos llegar a la Hucha", parece ser el lema oculto de este partido..., partido en dos. De Coalición Canaria tendrían que tomar ejemplo todas las organizaciones políticas del planeta, interesándose cómo demonios se mantiene, tras treinta años, en el buen gobierno del territorio sin haber ganado ninguna de las elecciones.

La lucha por el poder ha conducido a que sanear la banca haya supuesto, según el Tribunal de Cuentas, un coste público de 60.718 millones de euros en el proceso de "restructuración". Además, el ministro Montoro ha anunciado un "ajuste" de 16.000 millones para este año. En la última campaña electoral, se dio a conocer una carta de Rajoy al presidente de la Comisión Europea, olvidada estratégicamente, en la que le prometía nuevos ajustes en cuanto fuera presidente. Lo ha cumplido. Por otro lado, la Audiencia Nacional, después de una corrección a su sentencia anterior, ordenó el ingreso en prisión para los cinco directivos de Novacaixagalicia. Estos artistas se concedieron a sí mismos, antes de abandonar la entidad en plena bancarrota, indemnizaciones por valor de 22 millones de euros. Y para terminar con las recientes amenidades del PP, la semana pasada, el ministro de Asuntos Exteriores dio las gracias al exministro de Defensa y hasta ahora embajador de España en el Reino Unido, Federico Trillo, por los servicios prestados. Mientras, la ministra Cospedal pedía perdón a los familiares de las víctimas por el encubierto accidente del Yak-42. Ha requerido al exministro Bono la devolución de los papeles que se llevó sobre este asunto. Un panorama, en fin, más que oscuro.