Hoy se les conoce como Juan el de Paco o Yaiza la sobrina de José el pintor, pero mañana pueden ser el señor o la señora concejal. Son como un cuartel ideológico a la orden del comandante en jefe puesto a dedo por la decisión soterrada del alcalde. No todas obedecen al líder de la misma forma, sin embargo, las ramificaciones que tiende de forma caprichosa el poder político municipal controlan la acción vecinal a golpe de corneta.

Todo está sutilmente hilado para convertir a los ciudadanos más astutos en comisarios y agentes políticos al servicio del edil de turno; no importa el color político, cuenta la información obtenida. Colectivos manipulados y al servicio de los ayuntamientos, que a manera de "cursus honorum" sirven para malear al futuro hombre o mujer político, quedando solo los más fuertes y los más capaces, cual espartano en la agogé.

Como si tratase de una pandemia, los Gobiernos controlan a través de sus comités locales a los más mansos, provocando la ira contra los subversivos que se ven abocados a sufrir la dinamita que se coloca en el centro del movimiento vecinal para desintegrarlo. El dominio de estas estructuras perfectamente engrasadas garantiza el correcto mantenimiento del poder político municipal, siendo los dirigentes de las asociaciones los hacedores de que la buena prensa llegue a todos los quioscos y rincones del municipio; quien se porta bien siempre recibirá su recompensa. La participación ciudadana se ha transformado en la excusa más adecuada para instrumentalizar un elemento inocuo, difuso de realidad y cuya función sigue generando más desconfianza que seguridad.

En la radiografía de los colectivos algunos partidos apuestan por la juventud como refuerzo principal, mientras que otros apuntan a la veteranía y la experiencia de líderes vecinales que cuentan con una amplia experiencia en el terreno de dominar al rebaño. O te afilias o poco tienes que hacer en un círculo más cerrado de lo que la transparencia de algunos colectivos quiere dar a entender. No se salva nadie que tenga representación en el gobierno municipal: la izquierda, la derecha y los partidos nacionalistas no han sido una excepción en Canarias, diseñando una preparada línea de acción para poner a funcionar a sus respectivos ejércitos con la única diferencia de su visión ideológica.

Pocos pueden dar un paso al frente y asegurar ante la solemnidad del tagoror que no tienen algún lazo con los partidos políticos de sus municipios; reconocer esta cuestión supondría la desestabilización de un sistema clientelar que tan buenos frutos ha dado en los cientos de barrios de Canarias. En definitiva, el voto cercano tiene un precio que los más avariciosos han decidido pagar.

Ni Churchill conocía a todos los franceses ni todas las asociaciones son iguales, pero el común denominador sigue siendo la descarada vinculación con el poder, o en su defecto, con los que están más cerca.