Hoy, 25 de noviembre, en el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, me gustaría recordar a todas y cada una de las mujeres que han perdido la vida a mano de sus parejas, así como para sus hijos, que se han quedado sin sus madres. Desde el Cabildo, compartimos el dolor y la indignación ante esta inaceptable violación de los derechos humanos de mujeres y niñas, y dejamos patente nuestro más firme rechazo a la más dura y cruel expresión de desigualdad.

Nadie comprometido con los valores de la igualdad y la dignidad de las mujeres puede asistir impasible a esta expresión de violencia machista. Y estoy convencido de que no hay mejor medida del pulso de una sociedad que su capacidad para comprometerse con las causas que merecen la pena. Por eso, mientras exista una sola mujer que sufre en silencio a manos de su pareja o expareja, nuestra prioridad ha de ser mejorar la protección y la respuesta que ofrecemos a estas personas y a sus familias.

Uno de los pasos más importantes para ello se dio en 1995 en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, en Beijing, cuando se aprobó la declaración que proclamaba el compromiso de "promover los objetivos de igualdad, desarrollo y paz para todas las mujeres del mundo en interés de toda la Humanidad".

Con el Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica (Estambul 2001), también se dio un paso muy importante. Es el primer tratado europeo que aborda de forma expresa estos temas, y establece que la erradicación de la violencia implica promover la igualdad; que es necesario luchar contra todo tipo de discriminaciones, como sexo, raza, género, color, religión, lengua, ideología, origen, nacionalidad u orientación sexual.

Desde el Cabildo de Tenerife tenemos claro que hay que seguir el camino marcado por la Conferencia de Beijing y por el Convenio de Estambul. De ahí el trabajo que se está realizando desde la Consejería de Igualdad, que, entre otras cosas, hace un seguimiento al resto de las áreas para que los objetivos de igualdad de género se apliquen, para que la lucha contra la desigualdad se haga de forma transversal.

En el presupuesto de 2016, contamos en el Área de Igualdad con casi 600.000 euros, y de ellos una partida de 80.000 euros destinados para la prevención de la violencia de género en los jóvenes.

Lo que no podemos seguir permitiendo es que Canarias sea la comunidad autónoma con más víctimas por violencia de género, con 22,57 víctimas por cada 10.000 mujeres, frente a las 14,18 de media nacional, seguida de Murcia con 21,35 y Baleares con 21,24, según los datos del Observatorio contra la Violencia Doméstica del Consejo General del Poder Judicial del segundo trimestre de 2016.

El Congreso de los Diputados apoyó la semana pasada por unanimidad la creación de una subcomisión para llegar a un Pacto de Estado sobre Violencia de Género, que incluya no sólo a partidos políticos, sino también a los poderes del Estado y la sociedad civil.

Pero a pesar de todo ello tenemos que seguir avanzando. Hay que consolidar avances tan importantes como una asistencia integral, mejor y más coordinada, a través de la Red de Centros de Acogida, los protocolos acordados con las Comunidades Autónomas, la conexión de los sistemas policiales de valoración de riesgo, y los sistemas asistenciales de coordinación de órdenes de protección y los planes personalizados. Y también debemos seguir impulsando la promoción del empleo, crucial para la autonomía de las mujeres.

En cuanto a la protección de la seguridad de las mujeres, debemos seguir reforzando un sistema de valoración que identifique todos los riesgos, y su derecho efectivo a estar informadas acerca de la situación penitenciaria de los agresores o su puesta en libertad, para tener la posibilidad de recurrir permisos de salida, terceros grados o la libertad condicional, porque el control de los maltratadores debe ser también una prioridad.

También podemos constatar avances en un área tan importante como es la protección específica de los menores, por fin reconocidos como víctimas y con sus mismos derechos asistenciales.

Son logros que hemos conseguido con el tiempo, pero tenemos mucho trabajo aún que realizar. Cada mujer que muere a manos de su agresor es una batalla perdida más de todos nosotros. Los datos no sólo justifican, sino que exigen que haya un compromiso para la adopción de medidas concretas. Las mujeres, en sus vidas cotidianas, en el núcleo familiar, como ciudadanas, en su lugar de trabajo o en busca de mejores oportunidades, en la paz y en la guerra, en los campos de refugiados, se enfrentan a una variedad de abusos que se sobreponen quedando a menudo impunes.

No hay nada inevitable en materia de violencia contra las mujeres y nada que ganar desviando la mirada hacia el otro lado. Por el contrario, hay muchas pruebas que confirman que promover y defender los derechos humanos de la mujer hace avanzar a las sociedades en su conjunto.

Lo que se requiere ahora no es sólo un día de reflexión y más promesas, sino un liderazgo decisivo y un compromiso sostenible en el tiempo, para poner fin a las prácticas abusivas y la discriminación que impiden avanzar a las mujeres.

*Vicepresidente primero del Cabildo de Tenerife y presidente del Grupo Socialista en la Institución insular