Siempre hemos opinado que las redes sociales se han convertido en una útil herramienta para las personas, administraciones y empresas. Para todos y todas en general. Nos permite un contacto más directo y eficaz con amigos, familiares, etcétera, pero también se han convertido en un arma arrojadiza capaz de cargar contra personas, empresas, administraciones, y lo que es peor, sin ningún tipo de control.

Reiteramos, las redes sociales son una gran herramienta de comunicación. Nos ayudan a mantener el contacto, sirven para trabajar, permiten conocer a otros usuarios o incluso para informarse. Sin embargo, conviene tener siempre muy en cuenta qué contenido se va a publicar y nuestro propósito.

No debemos olvidar que la privacidad y el honor de las personas pueden quedar en entredicho, algo muy difícil de reponer, además del daño moral o incluso psicológico, y sus consecuencias. En política ocurre algo muy parecido.

Todo esto viene a cuento porque con demasiada frecuencia las ideas e innovaciones, iniciativas que se tienen en la vida política, son fácilmente copiadas, y se está haciendo de forma clarísima en la política diaria y muchas veces con descaro y sin tener en cuenta de dónde vienen, quién las ha tenido, convirtiéndose a veces en una falta de respeto; en otras, falta de educación, de ética, y en otras, fuentes de conflictos por no respetar de donde vienen las cosas y referir sus fuentes.

Esto, que puede sonar raro, ocurre en la vida diaria de una forma práctica de la siguiente manera: téngase una buena idea para una moción, cópiese esa idea, váyase corriendo a registrarla, no se nombre de dónde viene y dígase en un pleno que llegamos antes, y resulta que en ningún caso se ha dicho quién tuvo la idea.

Es una pena el poder apreciar casi a diario como iniciativas impulsadas por una fuerza política, como el Partido Popular, son criticadas, y luego son abanderadas y defendidas hasta la saciedad cuando las presenta otra formación política, copiando hasta las comas.

En nuestra vida política diaria nos hemos encontrado muchos casos como estos tanto en el Senado como en el Ayuntamiento de La Laguna, y es lo que nos lleva a pensar en si realmente existe una diferencia entre sí una iniciativa la presenta un partido u otro.

Esto se pone de manifiesto muchas veces en ayuntamientos, cámaras legislativas, senado y congreso, parlamentos autonómicos, gobiernos..., en donde en algunos casos, sin ponerse siquiera colorados, te copian burdamente y presentan como suyas iniciativas de otros.

El problema llega a acentuarse cuando, teniendo programas electorales perfectamente contrastados y aprobados, aparecen con todo descaro, y muy posteriormente, en otros sitios y con otras formaciones o siglas políticas.

Creemos que en política nadie nos ha obligado a pinchar en la casilla de "acepto las condiciones de uso" al registrarnos y darnos de alta, que significa cederles un derecho de explotación no exclusivo sobre los contenidos que compartimos en Facebook o Twitter, por ejemplo. Si subimos una foto, en las redes sociales esa misma foto puede ser utilizada por otro usuario.

Pues en política parece que eso se ha convertido en una práctica habitual.

Opinamos humildemente que existen muchos problemas en nuestra sociedad como para recurrir a buscar iniciativas por internet, que lleva al político o política a un desconocimiento de la realidad de su territorio o de su ámbito. Debemos ganarnos el sueldo que algunos tienen como políticos y al menos, ya que copian, intentar mejorar las iniciativas y obviar los errores ortográficos.

En política, las redes sociales también se han convertido en un arma que sirve a los intereses destructivos de ciertos personajes o siglas políticas. Se lanzan bulos con informaciones incoherentes que terminan por calar en una sociedad carente de información real.

Se lanzan mensajes sin tener en cuenta la realidad de la situación, con críticas más destructivas que constructivas.

En política nos ocurre algo cuanto menos gracioso; dicen que tenemos un pacto secreto con Coalición Canaria cuando en realidad hemos apoyado iniciativas de todas las formaciones políticas que nos parecen positivas para los ciudadanos, y tampoco existe un pacto firmado con nadie, pero debe ser que les preocupa a más de uno que miremos por el interés general y no por el de unas siglas o intereses particulares. No es nuestra forma de hacer política.

Tener un comportamiento ético es rentable por sí mismo. Es lo único que genera eficacia, sostenibilidad y sobre todo felicidad.

*Portavoz del PP en el Ayuntamiento de La Laguna

Senador por el PP de Tenerife