Javier Reverte acaba de publicar una nueva novela de viajes: "New York, New York". Para mí, desde hace tiempo, cuando descubrí su genialidad en "El corazón de Ulises" y, más tarde, en su mítica trilogía sobre África -"El sueño de África", "Vagabundo en África" y "Los caminos perdidos de África"- publicada en el período finisecular del siglo XX, que marcaron un hito en el panorama literario español, han convertido al madrileño en el más importante escritor vivo de viajes del mundo.

Desde que publica una nueva novela, estoy ansioso en comprarla y leerla con fruición. La anterior novela de Reverte "Canta Irlanda" -país que no conozco- me ha puesto una nueva localidad en el mapa: Westport, que sería la ciudad en la que, por tamaño, actividades culturales, bondad de sus gentes, maravillas de sus pubs (uno en concreto, propiedad de un componente del grupo musical The Chieftains) el novelista pasaría sus últimos años de vida. Hay otra ciudad, en este caso, africana, la marroquí Essaouira, a la que el gran artista lanzaroteño César Manrique, le hubiera gustado hacerlo.

La literatura de viajes nos muestra la aventura vivida por un escritor. Suelen ser narraciones en primera persona. Algunos libros muestran únicamente vivencias. Otros se adentran además en la historia y cultura de un determinado país, territorio. Geografía y cultura unidos.

Reverte nos acerca con minuciosidad a la historia de su viaje -que siempre realiza solo- con la naturalidad y frescura de un turista, y lo mezcla con la historia del territorio que visita, y con una profusión de datos y de vivencias de otros escritores o personajes de la época.

Su prosa es ágil, directa, versátil. Es culta y, al mismo tiempo, divertida.

Ahora Reverte nos habla de Nueva York. La primera de las dos veces que he estado en la gran metrópolis norteamericana lo primero que hice nada más llegar a la ciudad fue permanecer inmóvil unos cinco minutos en plena calle, viendo a derecha e izquierda, la multitud de personas y variedad de razas y nacionalidades que pasaban al instante. Me ocurrió algo que parece que nunca uno puede ver: estaba tranquilamente paseando por Central Park, el gran pulmón de Nueva York, donde de repente pasó al lado mío Woody Allen. Me quedé entre asustadizo, y eléctrico, casi sin capacidad de reaccionar. Al cabo de unos instantes, lo seguí sin problemas, estaba andando tranquilamente con su novia y sin ningún guardaespaldas por los alrededores.

"New York, New York" el sonido y la música de la famosa canción sobre la ciudad de los rascacielos que protagonizaron Frank Sinatra y Liza Minelli. Reverte ama Nueva York. Nos narra a través de sus vivencias tres meses vividos en el período más bonito del año: el otoño. Nos habla de la grandeza, de la hermosura de esta mítica ciudad... y también, cómo no, del jazz. "Porque Nueva York, al igual que el jazz, es sobre todo libertad. Y quizá sea esa una de las razones por las que esta urbe hace que nos sintamos felices" indica el novelista.

Como en anteriores novelas, Reverte hace lo posible por rememorar a sus mitos. El ring del Madison Square Garden, la casa donde nació Herman Neville -el autor de "Moby Dick"-, el banco donde se sentaron Robert Louis Stevenson y Mark Twain, el mejor escritor norteamericano junto a Walt Whitman y su obra más emblemática "Hojas de hierba".

De la pluma de Javier Reverte recorremos Harlem, Central Park, Times Square, Chelsea, Greenwich Village, Tribeca, Chinatown, Little Italy, Gramercy, la isla de Roosevelt, y todos los barrios de Manhattan. Admira los magníficos murales de Joaquín Sorolla en "The Hispanic Society". Admira el deporte norteamericano e indica que "la violencia -en este caso se refiere al hockey sobre hielo- nunca está en las gradas (al contrario que en España, añadiría yo), sino en la pista".

Quizás de lo único que no puede presumir Nueva York es de antigüedad. Fraunces Tavern, por ejemplo, que presume de ser el bar más viejo de la ciudad, "sólo" tiene doscientos cincuenta años. Prefiere el jazz nacido en la calle, con su lado salvaje y rebelde. Como el flamenco.

Además, Nueva York es una ciudad multirracial. El New York Times señala que cada año crece el número de matrimonios interétnicos: blanco con negro, indio con chino, chino con negro, blanco con indio... Uno de cada siete matrimonios que se celebran en la ciudad se produce ya entre novios de distintas etnias y culturas.

Sólo nos queda concluir con la estrofa más conocida de la más famosa canción dedicada a Nueva York:

"I´m singing in the rain,

just singing in the rain.

What a glorious feeling

I´m happy again...

The sun´s in my heart".

Nueva York, ciudad amable, gentil. Nueva York ciudad única. Javier Reverte forever.

*Presidente de TuSantaCruz