En estos días la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública ha publicado el informe anual sobre la situación de la Sanidad en las comunidades autónomas. Un informe muy completo que evalúa tanto aspectos económicos y presupuestarios como la asistencia sanitaria en los diferentes niveles, las listas de espera o la valoración que tienen los usuarios del servicio en su región.

Una vez más, Canarias figura como la autonomía que peor sistema sanitario ofrece de toda España. Un año más, y ya van seis consecutivos, nuestra comunidad se sitúa como la última o la penúltima en esta clasificación, a una distancia considerable de la media nacional y alejada notablemente de las comunidades que mejor atención dispensan a los ciudadanos.

En una horquilla entre 98 y 24 puntos, Canarias obtiene la peor puntuación, 44 puntos. La media española alcanza los 59,5 puntos y las autonomías que mejores resultados obtienen son el País Vasco (80), Navarra (74), Aragón (71) y Asturias (70).

Y la peor noticia no es que la Sanidad en Canarias sea evaluada año tras año como la peor de nuestro país. La peor noticia es que ya no es noticia. Que nos hemos acostumbrado y convivimos con el fracaso del sistema sanitario con absoluta naturalidad. Resignados.

El primero que vive resignado al fracaso en la gestión y atención de la salud de los canarios es el Gobierno, en particular el señor consejero de Sanidad, que pese a anunciar grandes mejoras cuando llegó, un año más tarde presenta unos resultados desoladores: con más presupuesto, con más millones a su disposición, las listas de espera crecen por encima del 8% (90.000 canarios, que se dice pronto, están hoy en listas de espera).

Resignado, días atrás confesaba en el Parlamento que la atención sanitaria, las listas de espera incluidas, empeorará en los próximos tiempos; que el personal sanitario está hastiado y desmotivado; y que, cito palabras textuales, "entran más pacientes de los que somos capaces de sacar".

Como buen socialista, el consejero achaca todos los males de la Sanidad canaria a la escasez económica y, como es costumbre en las filas de su partido, acusa al Gobierno central de la falta de financiación. El cuento de siempre: hablemos del dinero para no hablar de la gestión.

Lo llamativo es que si volvemos la vista al informe de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública, observamos que en el capítulo presupuestario Canarias es la novena comunidad que más recursos dedica de las 17 autonomías españolas.

En consecuencia, Canarias presenta el peor resultado, pero no es la que menos invierte. Invertimos más que otras 8 regiones, que, sin embargo, en todos los casos presentan mejores resultados generales en su sistema sanitario.

Por tanto, si dejamos a un lado el socorrido argumento del dinero -la excusa perfecta del mal gobernante-, sólo nos queda la resignación y los malos presagios del señor consejero, que, no satisfecho con los pésimos resultados de su gestión, es responsable también de una desviación del gasto de proporciones millonarias que, según el propio Gobierno, hace peligrar la estabilidad financiera de Canarias.

Más allá de enfrentamientos políticos, del discurso económico para ocultar la ineficacia o la incompetencia, lo que queda es la realidad. La experiencia real de miles y miles de canarios condenados a esperar meses y años para ser recibidos por un especialista, para realizar una prueba diagnóstica, para someterse a una intervención quirúrgica, para ejercer su derecho fundamental a la salud.

Y también, lo que nos queda por desgracia es un consejero de Sanidad resignado, que tira la toalla, que pronostica peores resultados en el futuro, pero que no está dispuesto a echarse a un lado y dar paso a alguien con la ilusión, el trabajo y la competencia que la Sanidad y todos los canarios reclamamos.

*Teniente de alcalde del PP del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife