Pese a los cotidianos conflictos internos y la difícil convivencia del día a día entre los dos partidos que compiten por el gobierno nacional. Nosotros, hablando de economía y opciones de empleo, lo simplificamos a nuestro ámbito, donde he escuchado las declaraciones del presidente de Fepeco, Óscar Izquierdo, resaltando el proceder de nuestros cabildos y su política de contrataciones de obras públicas, que están salvando el sostenimiento del sector, dado el aumento de la histórica sequía presupuestaria del gobierno central, más en funciones que nunca. Enfrascado en buscar apoyos para ejercer su mayoría, si es que lo consigue, espera a que Sánchez en la oposición no termine de conseguir el ansiado tripartito que los devuelva a la cuneta. Rajoy ladinamente espera sentado practicando el proverbio árabe -pese al incremento de su bagaje por corrupción partidista- a que sus rivales se despedacen entre sí echándose en cara errores similares a los de su lista de despropósitos. Visto así, lo que se prevé es volver a votar por el partido menos corrupto del bipartidismo, que tanto monta, o practicar el ensayo con gaseosa de un nuevo gobierno de ignorados resultados. Este es el lamentable panorama de las opciones que le quedan a la ciudadanía para que funcionen los tres poderes del Estado, al menos durante una legislatura más breve y de cara al futuro que nos espera como nación dentro del marco de la Unión Europea.

Aquí abajo, aunque los matices sean en apariencia más leves, ya se barruntan desacuerdos en la gobernabilidad de algunos municipios, donde los afanes personales pasan por encima de las directrices de la ejecutiva de los partidos cogobernantes; verbigracia, la aparente desobediencia de los miembros de CC en Granadilla respecto al cumplimiento de los pactos firmados y la decisión de levantar al alcalde socialista Cejas de su silla gestatoria. Aunque en honor a la realidad, estas escaramuzas no interesan a la ciudadanía, salvo a unos pocos beneficiarios directos o indirectos; el pueblo lo único que percibe y desea es que su salario sea capaz de cubrir sus necesidades y que los órganos sociales -Sanidad y Educación- funcionen con eficacia.

Hablando de disfunciones, por la Isla se dilucida el exasperante y lento caso de Las Teresitas, que lleva trazas de superar a toda mi generación y que es muy probable que no veamos su proyecto concluido en todo su ámbito. Aunque ya no suelo frecuentar mucho la playa, por residir en el litoral lagunero, el pasado fin de semana visité la zona y pese a que la temporada vacacional ha tocado fin, la sensación de provisionalidad inundó mis retinas. Empezando por las obras de prolongación de la avenida marítima para lograr una entrada directa a la playa sin necesidad de rodear el castillo, aún por restaurar. Otra cuestión que me llamó la atención fue el aspecto descuidado de los jardines y la sequedad de muchos árboles allí plantados, de casi medio siglo de vida. También percibí el estado de agitación en los chiringuitos que allí se asientan, inexplicablemente carentes de licencia de explotación y de permisos pertinentes. Un mal administrativo arrastrado de legislaturas anteriores a la actual. El cierre circulatorio desde la Cruz Roja hasta el espigón de los Órganos constituye también el itinerario interrumpido de un trayecto que abarcaba todo el ámbito de la playa. No entro a cuestionar la limpieza, ni el derribo del mamotreto, la canalización del barranco y la polémica ubicación en un honroso panteón de los enterramientos del antiguo cementerio. Lo que sí es previsible, y lo reitero, es que la adecuación definitiva de la playa la disfrutarán nuestros nietos, si no surgen más conflictos legales.

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