La presentación de una moción de censura en Granadilla por CC, PP y Ciudadanos para echar de la alcaldía a Jaime González Cejas (PSOE) sacudió esta semana la información política. Sobre esa moción ya se ha derramado mucha tinta incluso cuando sólo era una premonición. Ahora se ha convertido en realidad. ¿Qué sentido tiene?

El pacto de Gobierno en Canarias parece condenado a enfrentarse a todo tipo de tempestades desde el momento mismo de su nacimiento. Con cada tormenta el dictamen es siempre el mismo: "Se rompe". Y cada vez resiste. Y es que para los dos partidos que lo integran la situación más cómoda hasta ahora consistía en seguir juntos. Pero en los últimos tiempos, las tormentas han arreciado. A las diferentes sensibilidades en materia de carreteras o de gasto en Sanidad se ha sumado el conflicto de la Ley del Suelo o de la modificación de la Ley de Turismo para las Islas Verdes. Son demasiadas tensiones y lo de Granadilla puede ser la gota que desborde el vaso.

El PSOE en Canarias atraviesa momentos de extrema debilidad. La situación de interregno que tiene su actual dirigencia hace que no exista una dirección fuerte capaz de mantener la coherencia de las actuaciones de todos en todas las instituciones. Cada baronía insular o local se ha venido acostumbrando a hacer lo que le da la gana. Y los candidatos a la sucesión en la dirección del aparato intentan posicionarse en los asuntos en clave de sumar apoyos y buscarse los menos enemigos posibles en el seno del partido, no vaya a ser que luego no tengan los votos suficientes para ganar las elecciones internas.

En Coalición perciben esa debilidad y les viene muy bien a la hora de relacionarse con sus socios. El problema es que el horizonte próximo acentúa la tentación de plantearse otros escenarios. Si se concurren a unas nuevas elecciones en diciembre, la lectura más lógica es pensar que el PP va a mejorar notablemente sus resultados, acercándose a cifras que le permitan una investidura con el concurso de Ciudadanos y -tal vez- algunos votos más, entre los que podría estar un solitario escaño de CC. ¿Le vendría mejor entonces a CC replantearse un pacto con quienes van a estar gobernando en Madrid?

En todo caso, nada debería cambiar hasta después de diciembre. Que Coalición haya promovido una crisis en Granadilla -afectando la ya precaria estabilidad del pacto con una nueva movida- tiene muy poco sentido. ¿Para qué ahora? Quienes sostienen que es una provocación y que el PSOE va a reaccionar en La Laguna, en una escalada bélica, tal vez no hayan caído en que el comportamiento del partido con Javier Abreu ha sido tan poco afortunado que tal vez no quepa esperar que Abreu obedezca ahora mansamente una instrucción en el sentido de mover una moción de censura con un partido como el de Rubens Ascanio, que le ha metido una denuncia en fiscalía. Igual le da la risa.

Lo normal es que Coalición intente reconducir la situación en Granadilla metiendo en cintura a sus concejales o expulsándoles en caso de que no reconsideren su apoyo a la moción. Eso es lo que han anunciado. La Ley Electoral General prevé que si los concejales son expulsados de forma sumaria, la moción no puede votarse (por estar no adscritos al grupo con el que se constituyó el plenario). Pero queda una duda que no es baladí: ¿es creíble que los nacionalistas de Granadilla hayan dado el paso sin consultar antes al partido? ¿Se puede tragar uno que en el aparato de los nacionalistas no supieran nada de lo que iban a hacer sus chicos en el Sur? Más bien no.

La explicación más enrevesada es que Coalición ha montado la moción en Granadilla como un elemento de distracción para situar las tensiones del pacto en un tema municipal. Pero crear un conflicto para luego resolverlo no deja de ser algo sumamente extraño.

Claro que esto es Canarias, y lo enrevesado, lo insólito y lo inexplicable forman parte consustancial y endémica de nuestra atrabiliaria manera de ser. Somos capaces de complicar lo fácil hasta municipios inimaginables. Si detrás de cualquier mato salta un corujo, detrás de cualquier moción puede saltar un Clavijo.