Hay una gran cantidad de información sobre el manido concepto "cambio climático". La mayoría sabemos que tiene algo que ver con la contaminación, el cambio de tiempo y los "malos humos" de nuestros coches... Resumiendo mucho, podríamos afirmar que el cambio climático se produce cuando se alteran los patrones climáticos a largo plazo -normalmente atribuibles a la actividad humana-. El calentamiento global es una medida de este evidente cambio climático, y es un aumento de la temperatura media global. No en vano, esta misma semana conocíamos que el pasado mes de agosto ha sido el más caluroso de los últimos.

¿Eres de los que piensa que no te afecta el cambio climático? A fin de cuentas, estamos muy lejos de los polos, que son los que se están derritiendo.... Y en Canarias apenas hay industria. ¿En qué puede afectar a este paraíso los problemas sobre emisiones de CO2, cuando presumimos de tener los cielos más limpios del planeta? A veces no caemos en la cuenta de que el cambio climático es una amenaza global y real que no respeta fronteras. Las emisiones producidas en cualquier punto del planeta afectan a otros lugares lejanos. Es un problema que requiere que todos trabajemos de forma coordinada, donde la cooperación internacional se configura como un elemento clave para que los países (desarrollados o no) avancen hacia una economía baja en emisiones.

A veces no tomamos consciencia de lo que puede suponer el aumento en un grado la media de la temperatura del planeta. La ONU nos recuerda que ese aumento implica la reducción de la producción de cereales en un 5%, o el incremento del nivel del mar de 19 cm el último siglo. Pero la previsión es que en los próximos años el nivel del mar aumente otros 25 cm. ¿Te has planteado en cómo puede afectar estas cuestiones a las ciudades que están al nivel del mar?

Hemos apostado por un desarrollo económico que se basa en las emisiones de CO2 de nuestras industrias y transportes. Y el planeta nos pide ayuda de forma urgente. Nos estamos quedando sin margen de maniobra. Nos guste admitirlo o no, nuestro modo de producción y consumo energético está generando una alteración significativa del clima en todo el mundo que provocará a su vez serios impactos tanto sobre la tierra como sobre nuestros sistemas socioeconómicos.

"El ODS-13 pretende introducir el cambio climático como cuestión primordial en las políticas, estrategias y planes de países, empresas y sociedad civil". Hay determinadas empresas cuyo núcleo de negocio está más directamente ligado a este objetivo, como las del sector energético o las del sector industrial. No obstante, todas las empresas, independientemente de su sector, públicas o privadas, pueden tomar medidas para contribuir a este ODS. Cada uno de nosotros podemos aportar nuestro granito de arena siendo consecuentes con nuestras acciones. Al hilo del ODS-12 que comentamos la semana pasada, queda patente que nuestra forma de consumir influye de forma directa en el cambio climático, porque nuestras acciones, pequeñas e insignificantes, cuando las sumamos, suponen un gran impacto en los recursos naturales.

No se trata únicamente de aplicar el tan manido lema de "quien contamina paga", porque en realidad no hay dinero que pueda compensar el enorme impacto negativo que nuestras acciones están teniendo en el medio ambiente. Con esta forma de enfocar el problema sólo perpetuamos una forma de colonialismo basado en el expolio de los recursos naturales. Los países en desarrollo, necesitados de dinero, no dudan en "vender" su cupo de emisiones al mejor postor, aun a costa de no poder desarrollarse industrialmente.Los más ricos se enriquecerán más, a costa de los más débiles, que piensan que el dinero a corto plazo que reciben a cambio de sus emisiones será la solución a sus problemas. Mientras, el planeta se sigue ahogando.

La cumbre del clima de París, celebrada el año pasado, supuso a la vez un éxito y fracaso... Un documento que generó muchas dudas, sin acuerdos vinculantes, pero con un gran consenso... Sin embargo, si la base de la economía surgida a raíz de la Revolución Industrial no cambia, todo habrá sido en vano. La ratificación por parte de China del acuerdo de París a principios de septiembre puede que suponga un cambio en la forma de entender la economía del siglo XXI. Los Acuerdos de París, que buscan involucrar a todos los Estados y a sus ciudadanos (sí, nosotros...), aunque puedan parecer la carta a los Reyes Magos, suponen un avance. De nosotros, de la sociedad civil, depende que se quede en eso..., o se traduzca en un cambio de mentalidad. Aún estamos a tiempo de salvar el mundo.

*Profesor de Ética de la Universidad Europea de Canarias