Hace dos años, junto a Antonio Lorenzo Tena y Víctor J. Hernández Correa, propusimos a don Leoncio Afonso que prologase una monografía sobre los molinos hidráulicos harineros de La Palma. En poco más de un mes teníamos un extenso y sustancioso texto en nuestras manos. Con la erudición, brillantez y claridad acostumbrada, el profesor Afonso desgranó en una decena de folios la cultura del agua en isla, de la que es uno de sus más afamados legatarios; no en vano, su abuelo y su padre fueron propietarios de un ingenio harinero en la zona media del barranco del Río (en el pago de Las Tierritas, en Velhoco). También, con la socarronería de la que siempre ha hecho gala, don Leoncio apuntaba en aquellas cuartillas que se había jubilado antes de que naciera el tercero de los coautores mencionados.

El libro sobre los molinos harineros aún no se ha concluido. A pesar de formar un equipo de tres personas, no hemos podido mantener la puntualidad que don Leoncio sí verificó con nosotros. No obstante, este forzado retraso me ha permitido sostener un contacto frecuente que me ha abierto las puertas de su magisterio: la toponimia berberisca, la Real Sociedad Cosmológica y su posible vinculación a la Confederación Española de Centros de Estudios Locales, la mitología o las leyendas canarias han sido algunos de los asuntos examinados. Y no solo ha cumplido de esta manera con nosotros; nuestro autor ha auspiciado una auténtica "academia" pública en su domicilio de la calle Herradores de La Laguna, en la que tanto el teléfono, los encuentros esporádicos e, incluso, el correo electrónico han servido para saborear su saber y disfrutar de su amistad.

Nacido en el municipio de Breña Alta el 12 de septiembre de 1916, a lo largo de su trayectoria se ha caracterizado por una curiosidad muy heterogénea, plasmada en una obra pulcra y rigurosa. Desde su más conocida e incansable tarea educativa, siendo el primer profesor de Geografía de la Universidad de La Laguna (y único hasta 1968) hasta su actividad política o en el compromiso cívico, un trabajo gris y poco agradecido, en especial en el Instituto de Estudios Canarios y la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, o también en el análisis y fomento del turismo, su quehacer ha sido heterogéneo y de gran calado. Por fortuna, su legado ha sido reconocido justamente, como demuestran sus nombramientos doctor honoris causa por la universidad lagunera, hijo predilecto de la Villa de Breña Alta y adoptivo de la ciudad de La Laguna.

La sabiduría popular, de la que don Leoncio es un buen conocedor, afirma que una de las claves de la existencia es no perder nunca la curiosidad de la infancia; con ello nos mantendremos siempre jóvenes. En su centenario, don Leoncio rebosa aún de esta ansia por el conocimiento y el gusto por la vida. Resta solo felicitar al profesor en su cien cumpleaños. Hace dos años, nos obsequió con un hermoso prólogo solo para un libro abocetado; será nuestro regalo la conclusión, lo más pronto posible, de esta monografía, que, por este cúmulo de circunstancias afectivas y profesionales, es un trabajo de cuatro. Felicidades, don Leoncio.

*Cronista oficial de Santa Cruz de La Palma