ir a contracorriente requiere cierto valor. Incluso cuando se trata de llamar la atención para echar algo de lustre sobre una vida profesional mortecina. Es lo que hay que concederle a Willi Toledo, un actor español que protagoniza su propia película, una donde el muro de Berlín aún no ha caído y donde el comunismo sigue siendo la gran esperanza del ser humano.

Toledo pertenece a ese selecto grupo de personas con un profundo sentido humanitario que aborrece del capitalismo y cree con la fe del carbonero en los regímenes donde el Estado tutela la vida de sus ciudadanos desposeídos. Su última comparecencia en la tribuna de la polémica son unas declaraciones en las que se "caga" siete veces en la medalla de oro conseguida en Río por Ortega, un atleta cubano nacionalizado español que se emocionó ante las cámaras envuelto en la bandera de su nuevo país. Para Willi Toledo, el atleta es un "gusano" (el término con el que el régimen cubano denomina a los millones de ciudadanos "traidores" que se han marchado escatufiando de la isla) y terminará olvidado y maltratado en una España que hace sólo dos años lo ignoraba por pobre, por negro y por cubano.

El comunista ortodoxo se caracteriza precisamente por esa ceguera sectaria. Hubo gente que en lo más crudo del crudo invierno soviético seguía negando la falta de libertades, la existencia de campos de reeducación donde se internaba a los disidentes y la pobreza que se enseñoreaba del pueblo. Toledo padece una miopía aguda que le permite percibir con claridad todos los males de esta sociedad democrática y mantiene en una zona de penumbra la putrefacción de una revolución comunista en un país del que han huido millones de seres humanos, donde las cárceles amontonan presos políticos de una aplastada oposición y donde el régimen político de partido único ha instaurado una monarquía republicana que transmite el poder por vía consanguínea.

Por supuesto que no todo ha sido malo en la revolución cubana. Y que hoy se están produciendo cambios esperanzadores en la isla. Pero hay que padecer invidencia política total para no percibir las ostensibles diferencias entre la sociedad democrática de un Estado de bienestar europeo y la empobrecida sociedad que heredó la hoy fracasada revolución caribeña.

Para la propaganda oficial de Cuba, los deportistas que acaban huyendo del país -jugadores de pelota, boxeadores, atletas- no existen. Son "gusanos". Las delegaciones deportivas o artísticas suelen estar acompañadas por algunos representantes del aparato del Estado, encargados de vigilar que los que salen de Cuba no acaben desertando del paraíso feliz a las primeras de cambio. La lista de los que no volvieron es enorme. Miles y miles de "gusanos" que, inexplicablemente para Willi Toledo, decidieron dejar atrás su familia y su hogar. Las personas tienen ese derecho: elegir dónde quieren vivir. Excepto si eres un ciudadano comunista. Entonces eres un "traidor" al que gente como Toledo apunta con la escopeta del reproche. Porque en su modelo de mundo tu vida no es tuya, es del Estado.