Muy buenas ansiosos, desesperados y futuros electores: Como uno es serio y formal, mientras el Gallego, impasible y en funciones, se reúne con el Ciutadans imprevisible para organizar "algo" y ver si convencen al Doctor no, para que diga sí; hoy aquí con más envidias que es más entretenido.

Primeramente les traigo pensamientos en positivo de eminentes personajes. Así por ejemplo, mientras Schopenhauer decía que "nadie es realmente digno de envidia", un tal E. W. Stevens hilaba más fino: "En cuanto el hombre abandona la envidia empieza a prepararse para entrar en el camino de la dicha". Acertaba de lleno Oscar Wilde con su "perdona siempre a tu enemigo; no hay nada que lo enfurezca más", pero casi imposible de cumplir este proverbio árabe. Escuchen: "Castiga a los que te tienen envidia haciéndoles el bien". ¡Jo, poner la otra mejilla y además a varios!

Para no ser un simple intermediario pongo mi grano de arena con estos párrafos de la apasionada conversación entren Fran y Calandria, los protagonistas de la novela "La apuesta de cristal", cuyo autor es este servidor de ustedes. Gracias.

"La envidia todavía es peor que los celos. El monstruo de los celos tiene alguna justificación; la envidia ninguna". "La envidia, aunque es amarilla como la rabia, pone al envidioso amoratado". "El envidioso no duerme, mientras que el envidiado descansa a pierna suelta". "El envidioso indiscreta y socarronamente intriga ante el grupito de amigos, mientras que el criticado, quizá hasta lo alabe públicamente". ¡Qué contradicciones más grandes!

Estos párrafos salidos de mi caletre reflejan la actitud triste del envidioso que se reconcome en un sinvivir. Y, si se fijan, verán que coincido con lo que dijeron François de la Rochefoucauld, "nuestra envidia dura más que la de aquellos a quienes envidiamos" y don Francisco de Quevedo, "la envidia es tan flaca y amarilla, porque muerde y no come". Tranquilos, porque estoy seguro de que ellos no me copiaron.

Viena ahora la que yo defino como la envidia/envidia; sin remedio. Napoleón lo recordaba mucho a sus generales: "La envidia es una declaración de inferioridad"; así de conciso. Y Víctor Hugo: "El envidioso es un ingrato que detesta la luz que le alumbra y le calienta". El malagradecido ese que anda por ahí siempre.

Y para terminar, en espera de lo que salga de las reuniones secretas (que salen en todos los periódicos todos los días) este proverbio castellano: "Más te debes guardar de la envidia de un amigo que de las emboscadas del enemigo". Lo que reducido y traducido a la actualidad es: "Con estos amigos no te hacen falta enemigos".

Qué pena que este trabajillo de veranillo y de relleno, que lo leen mis amigos con deleite, no se lo aprendan de memoria los políticos -y sus asesores- para la discreción, la vergüenza, el pudor y la prudencia. Y así, apartar de sus mentes lo que están tramando precisamente en estos momentos. ¡Que eso sí que lo llevan en secreto!

* R. I. P. (Refranero intermediario y predicador)