En los políticos canarios se puede confiar. Eso dicen ellos y yo les creo. Ilusos aquellos que insinuaron llevar los programas electorales ante notario para dar fe de su cumplimiento. Los electores somos unos caprichosos ociosos que no hemos sabido valorar la buena voluntad de nuestros representantes públicos. No queda otra que remitirme a los hechos para desmitificar esa irracional aureola de verdad absoluta que rodea a los votantes exigentes.

Mientras el Archipiélago tocaba la flauta mágica de los brotes verdes en la economía nacional, por arte de birlibirloque se cuela un informe sospechoso de subversivo para propinarnos un sutil bofetón y validar que la pobreza en Canarias no es un problema coyuntural consecuencia de la crisis económica, sino que se trata de una situación estructural derivada del actual modelo productivo. Para más despropósitos, y a manera de vil contubernio, documentos desclasificados en las Islas acreditan que los salarios y las prestaciones estatales son los que más han descendido en los últimos años, a lo que hay que sumar que el crecimiento económico por sí solo no pondrá fin a la pobreza y la exclusión que azota a nuestra tierra.

Mira que somos noveleros y nos gusta apagar y encender al interventor, perdón, el interruptor; los canarios somos unos derrochadores que hacemos caso omiso de las indicaciones de ahorro energético que con tanta didáctica nos enseña el Gobierno. Como consecuencia de esa degeneración hedonista de encender el fuego para cocinar, la luz para ver y el termo para sentir el agua caliente, el 15% de las familias canarias sufren pobreza energética; algo habrán hecho esos 120.000 hogares que necesitan ayudas para pagar la factura.

Pese a los esfuerzos del injustamente defenestrado José Manuel Soria, que con tanto ahínco veló por los menesterosos de La Moraleja y Serrano, seguimos echando la culpa al sistema y a los samaritanos que llevan los cables de las administraciones públicas. Es un ejercicio de crueldad moral que a la clase política no le demos nunca una segunda oportunidad, sobre todo, cuando las estadísticas mantienen su equilibrio y solo el 28% de los canarios se encuentra en riesgo de pobreza, con casi 500.000 rozando la exclusión social.

Somos unos ingratos y descastados. Mientras el comisionado de lucha contra la pobreza y la exclusión social defiende con optimismo el aumento del número de beneficiarios de la Prestación Canaria de Inserción (PCI), y que el descenso de personas atendidas por Cáritas sea significativo, Canarias sale de la crisis con 65.963 hogares obligados a suprimir alguna comida diaria. No entiendo cómo los partidos emergentes han adquirido cierto protagonismo entrando incluso a formar parte del arco parlamentario.

Con el cierre del anillo insular, la apertura completa de los hospitales del Norte y del Sur, y la nula saturación de las urgencias en los hospitales de referencia, llego a la conclusión de que lo mejor que nos puede pasar es seguir cazando pokemons.

Platón no conoció a PSOE, PP o CC, pero decía que "la obra maestra de la injusticia es parecer justo sin serlo" y, al igual, tenía algo de razón.

@LuisfeblesC