Aunque celebremos el Día de Canarias un día en concreto, el 30 de mayo, como símbolo de la unidad de nuestra Comunidad, nuestra tierra tiene otros trescientos sesenta y cuatro días en los que también se construye de una forma real y práctica nuestra realidad como pueblo, como sociedad y como proyecto común.

El otro día reflexionaba sobre el tremendo error cometido por quienes quisieron prohibir las "esteladas" en la final de la copa, las banderas consideradas de los independentistas catalanes. Los sentimientos se expresan a través de símbolos y las banderas son exactamente eso. Y los sentimientos no se pueden prohibir porque sería como prohibir a las personas. Son los actos que derivan de esos sentimientos los que pueden lesionar la democracia. Nunca las ideas.

Mi país es mi gente y sus sentimientos y sus símbolos son también los míos. Un filósofo español de hace muchos años, José Ortega y Gasset, decía que la verdadera fuerza motriz de los pueblos es el sentimiento de pertenencia al proyecto de una vida en común. Las personas no viven juntas porque sí, sino para algo. Es ese "para" lo que les mantiene unidos. Lo que confiere sentido a que nos sintamos un solo pueblo no solo es el pasado, las raíces culturales, las peculiaridades o vivencias que tenemos y que se encarnan también en símbolos -bandera, himno, instituciones-, sino las esperanzas y los horizontes que nos marcamos para el futuro. Es el mañana, no el ayer, lo que nos hace tener verdadero sentido como pueblo. Lo que nos hace sentir como pueblo.

La historia reciente de Canarias está marcada por un desarrollo histórico espectacular. La democracia, la descentralización administrativa y la autonomía, ha conseguido sacar a estas islas de un atraso secular. Hemos mejorado la Sanidad, la Educación, las infraestructuras básicas y la calidad de vida de todos los canarios. Incluso hoy, en donde vivimos aún las terribles secuelas de una crisis económica, es innegable que esta tierra está mucho mejor de lo que nunca estuvo.

Pero el pasado no deja de ser el futuro de los que vivieron antes. Lo que tenemos hoy es la herencia que nos dejaron los que trabajaron, con luces y sombras, construyendo Canarias. Nuestra tarea consiste precisamente en hacer posible un futuro mejor para nosotros mismos y nuestros hijos.

Y es en ese horizonte donde están los verdaderos retos de nuestra tierra. Un reciente estudio decía que los habitantes de estas islas trabajamos 179 días al año para pagar distintas cargas e impuestos destinados a mantener el Estado del Bienestar. Casi medio año es mucho tiempo. Todo ese esfuerzo, esa entrega, ese trabajo, no puede ser desperdiciado con políticas ineficaces.

Hoy, más que nunca, Canarias tiene un reto. Cambiar. Aprender de lo que hemos pasado. Darnos cuenta de que la fortaleza de este país ha estado en la capacidad de acercar la administración al administrado y llevar este principio hasta sus últimas consecuencias.

El verdadero cambio de España fue la creación del Estado de las Autonomías y el fortalecimiento del poder de las corporaciones locales. El crecimiento económico, el llamado milagro español, tuvo como base una administración que fue capaz de acercarse desde el centralismo a los barrios. Los canarios pudimos intervenir en nuestro propio gobierno, en las estrategias de desarrollo y en las decisiones sobre el crecimiento.

Después de todo este tiempo, es necesario que demos un nuevo impulso. Hay que pasar un programa que limpie lo que los informáticos llaman "archivos basura" que se han acumulado en el sistema operativo de estas islas: las duplicidades, las normas farragosas e inútiles, las confusas, las que perjudican a los propios ciudadanos actores de su vida. El Cabildo de Tenerife ha hecho su tarea. Hemos reducido los gastos de funcionamiento, hemos dedicado más recursos a inversiones y gastos sociales, hemos aumentado la eficiencia y damos a los tinerfeños más servicios a cambio de su esfuerzo para crear una isla solidaria. Hemos implantado una política de entendimiento, un trabajo colaborativo de todos los grupos en aquellos aspectos estratégicos para Tenerife. Y ha sido un logro de todos y cada uno de los grupos políticos de esta corporación.

Lo que pedimos al Gobierno de Canarias es que sea valiente y continúe el camino que nos hizo mejores. Que simplifique el entendimiento de las normas por los ciudadanos y su aplicación. Que acerque la administración al administrado llevando más tareas a los Cabildos y Ayuntamientos como administraciones más cercanas a la gente. Que gobierne en aquellas áreas en las que tiene que garantizar los mismos servicios públicos para todos los canarios. Y que apueste por el mayor nivel de autonomía insular y local en la solución de los problemas inmediatos de la gente.

El Día de Canarias es en realidad todos los días en que trabajamos por hacer de esta tierra un lugar mejor para vivir. Y el mejor día será siempre el día siguiente en que consigamos hacer realidad nuestros sueños: acabar con la lacra del paro y la pobreza, que siguen discriminando a muchos canarios de una vida que sin duda se merecen. Y que tenemos la obligación de darles. Porque o somos capaces de hacerlo o habremos fallado a nuestra tierra.

*Presidente del Cabildo de Tenerife