Tenemos una conciencia multiestimulada debido a la excesiva información que manejamos toscamente y por la moda de anteponer lo urgente sobre lo importante.

Uno de los grandes damnificados lo constituye el alejamiento de la cultura del diálogo fructífero, donde la inteligencia, la empatía, la paciencia e incluso la interpretación de los gestos otorgan brillo a la sociedad en forma de progreso.

Leí una frase en las redes sociales que me impactó: "Escuchamos para contestar y no para comprender."

El diálogo necesario para avanzar en nuestra sociedad debe prender fuego a nuestra iniciativa y compromiso por la riqueza y el empleo, a la par que tenemos que romper con la inercia de dar opinión y recibir información sin tomar decisión alguna.

Dicho esto, la falta de diálogo para conformar gobierno deja a Canarias huérfana de proyectos.

Las políticas de empleo no tienen financiación, la innovación nace y muere en los centros de investigación sin la necesaria transferencia a las empresas, la legislación y los planes de ordenación siguen atemorizando a la inversión.

Tenemos un puñado de proyectos para Canarias basados en el cine, la captación de líneas aéreas americanas, la innovación, el turismo de calidad, las energías renovables, o las infraestructuras básicas, que tan solo nos acordamos de ellas cuando truena.

O sea, cuando alguien nos pregunta sobre los resultados de nuestras acciones y buscamos excusas para contestar alto y fuerte en vez de dar cuenta de que hemos cumplido con nuestro cometido.