La Autoridad Portuaria organizó un foro para evaluar retos y desafíos de las infraestructuras portuarias en este siglo y concluyeron los ponentes, entre otras propuestas, que los jóvenes canarios deben romper las barreras y ver los puertos de Canarias como una oportunidad de desarrollo empresarial.

Sería un éxito que recuperáramos el peso empresarial en los recintos portuarios, pues en los últimos 20 años el puerto de Las Palmas ha reforzado su oferta de servicios, entre otras razones, y la mayoría de empresas canarias y delegaciones ya residen en aquella provincia salvo honrosas excepciones.

Y no hablamos del pleito insular, pues no hay nada que objetar al hecho de que hayan hecho bien su tarea. Hablamos de que necesitamos empresarios en todos los sectores, porque necesitamos crear empleo y riqueza de todos los recursos que poseemos, y si son canarios, además podremos diseñar estrategias beneficiosas cuyos rendimientos se queden en las Islas.

Igual pretensión deberíamos defender con los aeropuertos canarios, pues la suma de ambos representan un alto porcentaje del PIB de las Islas, independientemente del carácter estratégico o de la capacidad de tirar de otros sectores empresariales como transporte de viajeros o mercancías, consignatarios, cruceros, alquiler de vehículos, logística, suministro de combustibles.

O, como estamos explotando nuevamente, reparaciones navales o mantenimiento de plataformas petrolíferas, que, permítanme el ejemplo, llena los hoteles y cafeterías de la ciudad cuando arriban a estas latitudes.

Los puertos y aeropuertos son lo suficientemente importantes para que se gestionen desde y para Canarias, y echamos de menos mejores noticias en cuanto a la elección de nuestros puertos como estación base, por parte de las compañías navieras y de cruceros.