Resulta vomitivo que, por muy cargante que le resulte a algunos la señora Esperanza Aguirre, se dé por bueno que se haya publicado su declaración de la Renta. Eso es ilegal. Que se filtre la declaración de ingresos privados de un ciudadano o su historial sanitario es la última y definitiva quiebra de cualquier tipo de confianza que los ciudadanos puedan tener en la Administración Pública. Pero este es un país cotilla donde se filtra de todo, desde sumarios judiciales a datos médicos, sin que exista el menor reproche. A la gente le encanta que le cuenten secretos y algunos los ponen en manos de los medios de comunicación sabiendo que su deber es hacerlos circular. Los políticos se siguen destrozando a dentelladas. La guerra sucia -ayer Monedero, hoy Aguirre y mañana quién sabe- puede parecer divertida, pero es peligrosa. Y huele fatal.