El otro día salió publicada en este vuestro periódico EL DÍA una esquela cuyo encabezamiento no me resisto a narrarles. Decía así: Descanse en paz doña M.A.D.R. Ha fallecido a los 90 años de edad, después de recibir los Auxilios Espirituales. Sus sobrinos ruegan a sus amistades y personas piadosas... Y yo me pregunto ¿cómo coño se enteran las personas piadosas?

De inmediato pensé que así como existe la tumba del Soldado Desconocido, estábamos ante un caso de la "Difunta Desconocida". Cavilando yo para mis adentros, a este entierro no irá nadie, excepto los citados sobrinos, y hasta dudo que el periódico les haya cobrado dado el flagrante anonimato de la esquela de marras.

El cura "guapo", es decir, el padre Adán, sin quebrantar el sacrosanto secreto de confesión, me contó hace unos años una graciosa anécdota que le ocurrió con una feligresa anónima en el momento en que la misma se estaba confesando con él, y concretamente cuando el "guaperas" del clérigo le pregunta: "Hija, ¿pecas?", contestando la feligresa: "Padre, hasta en el culo". Al comprobarse que no había pecado, no tuvo que absolverla y menos de imponerle penitencia alguna.

El ferretero y edil lagunero Tomás Morales estaba un día en la calle de Herradores observando los movimientos de una pala retroexcavadora en una zanja y se percató de que, en el último ataque de la retro al suelo, este empezó a rezumar gran cantidad de agua, por cuyo motivo ordenó la paralización de las obras que se estaban llevando a efecto y, reuniendo al ingeniero del Ayuntamiento, a varios aparejadores y, asimismo, s los peones que se encontraban trabajando allí, les dijo, poco menos que sentando cátedra: "Esto que acaba de pasar es debido al alto nivel frenético que tiene la ciudad de La Laguna", quedándose tan pancho y, sobre todo, muy a gusto con su aseveración y acertado análisis.

A mi buen amigo y mucho más de mi padre, Enrique González González, excelente cardiólogo, le fue a ver un enfermo, "rebenque" él y medio sordo. Una vez allí, pasan al cuarto de los rayos X, diciéndole el doctor al paciente ya dentro del cuarto a oscuras que se despojara de la vestimenta de cintura hacia arriba y que pegara o acercara su tórax a la pantalla de color negro que tenía delante. Pues bien, el "belillo" no oyó nada de lo que el galeno le había dicho y con camisa y chaqueta ocupó la posición de firme, y a oscuras el médico le tocó las rodillas, que era lo que tenía más a mano y lo colocó en su sitio.

Transcurren unos minutos (que para el "rebenque" debieron ser eternos) y como el médico no decía nada ya se empezó a acojonar el "mago", que no puede más y pregunta: "¿Cómo me ve doctor?", contestándole el especialista: "La verdad es que lo veo bastante mal". Oído esto el paciente le pregunta al médico: "¿Y por qué me ve mal?", remachando Enrique González: "Coño, porque la consulta son 100 euros y solo le veo 20 en la cartera".

Un botón de nuestra de las innumerables anécdotas de nuestro médico lagunero, que aparte de escritor y novelista fue articulista de EL DÍA y presidente durante muchos años del Colegio de Médicos, y recién acabada la carrera en Cádiz se casó con la gaditana Trini Rodríguez, habiendo hecho sus primeros "pinitos" como especialista con el famoso galeno don Tomás Cerviá, toda una eminencia, que durante muchos años fue el médico de mi madre, Clorinda Fernández Fajardo, por un cuadro bastante preocupante de tuberculosis, y puedo decir alto, claro y con agradecimiento que la curó de su dolencia. Recuerdo ir con mi padre, con ella y mis hermanos en el taxi de Jacinto, de la parada de la Catedral, y por la carretera general Laguna-Santa Cruz a la consulta de Cerviá, pues aún no se había hecho la autopista.

Olivaradas: Oiga -le pregunta el médico a su paciente mago-, ¿usted cómo defeca? (es decir, como vulgarmente se dice, cagar), respondiéndole el "belillo": "Pues mire doctor, yo defeco 2,50, lo que vulgarmente se llama medio duro".

Hasta la próxima, no me fallen y el humor ha venido para quedarse.

* Pensionista de larga duración.

Excorista Orfeón la Paz y Fregolinos