Son muchas las veces que nos hemos propuesto no volver a escribir sobre el desarrollo turístico de Canarias, pero la verdad es que constantemente nos llegan noticias que nos hacen reflexionar hasta llegar a pensar que seríamos cobardes si no expusiéramos nuestras inquietudes públicamente para, al menos, poder dormir tranquilos con la sensación del deber cumplido, algo que nos recompensa de lo que no nos han dejado hacer por nuestras queridas islas los poderes públicos constituidos.

Ahora nos llena de sana envidia ver cómo en Aragón se acaba de constituir Air Horizont, una compañía aérea con todas las de la ley, con el fin de buscar la conexión de sus aeropuertos a ámbitos no solo nacionales, sino con la vista puesta incluso con crecer e ir por los vuelos internacionales que le lleven alguna cuota de esos más de 60 millones turistas que llegan a España cada año.

Son muchas la veces que hemos puesto "el dedo en la llaga" en lo que respecta a esta necesidad en Canarias, en algo que consideramos casi insólito, como es la carencia de una compañía aérea que canalice de forma ordenada y profesional las corrientes turísticas que tiene el archipiélago, unas de las más importantes del mundo si tenemos en cuenta la extensión territorial de Canarias.

La misma propuesta la hemos expuesto decenas de veces, desde los años setenta del pasado siglo, sobre la necesidad de un "touroperator" canario. Parece increíble que a estas alturas de "la película", el poder político de las islas no haya intervenido de frente ante esta realidad, que solucionaría en gran parte el problema del desempleo y otras muchas cosas paralelas a ello.

Acompaña estas reflexiones el hecho de no haber creado las fuentes necesarias de aprovisionamiento para satisfacer las necesidades de esos más de trece millones de visitantes que ocupan camas de hoteles con necesidades higiénicas, jabones, toallas, sábanas, almohadas, etc., además de las necesarias para su alimentación. Increíble que no hayamos sabido crear las cadenas de abastecimiento necesarias para atender todos estos elementos, con los miles de puestos de trabajo que ello significa. Que no nos vengan ahora con cuentos chinos de la carencia de materias primas. Ya lo hemos apuntado varias veces: Japón no tiene materias primas y es una potencia económica mundial. Aquí hubiésemos tenido el añadido de una buena tierra, un clima excepcional y unos trabajadores que solo hay que ver las montañas de La Gomera para saber de lo que son capaces, sin entrar en otros múltiples ejemplos.

Hemos sido comidos por un feroz colonialismo que ahora se ha asentado en nuestro desarrollo turístico, donde no solo se han hecho dueños del sector, sino que incluso se sirven de este para colocar su avituallamiento con productos foráneos -¡hasta el agua!-, que arruinan la posible competencia que se les pueda hacer desde estas antiguamente afortunadas islas. Es lo que hay, guste o no guste.

No creo que sea necesario analizar mucho esta situación. Esta ahí, a la vista de todos. Otra cosa es que queramos mirar hacia otro lado para no ver lo cómplices que somos de todo este desastre.

Como anécdota contaremos que en los años setenta enviábamos anualmente a Viena los fines de año 20.000 claveles rojos y blancos -así de seleccionados-, producidos en Tenerife, en unos invernaderos cercanos a La Laguna. ¿Qué fue de ellos y de esa exportación de flores? Volverán a aparecer los "cuentos chinos".