Ayer, viendo la televisión, no podía creer lo que estaba escuchando. Un grupo de descerebrados, mal llamados hinchas del Betis, serían unos 300 o 400 energúmenos ubicados en el fondo del estadio, gritaban: "Rubén Castro, ella era una puta, lo hiciste bien". Y así lo coreaban y repetían ufanos, mientras se desarrollaba el partido.

Rubén Castro, jugador canario del Betis, está acusado de cuatro supuestos delitos de malos tratos físicos. Su novia lo denunció. Y poco más que decir. La Justicia decidirá sobre el asunto. Pero lo de esta turba de rufianes, alentando comportamientos de violencia machista, ensuciando el nombre de su equipo y de sus buenos aficionados, no tiene nombre.

Sin duda el partido debió ser detenido de inmediato por el árbitro, me imagino que no se enteraría, e incluso el club debía haber actuado de oficio. El grupete de saltimbanquis machistas debió ser desalojado, y al no ser la primera vez que rebuznaban su sonsonete casposo, no deberían volver a entrar más al campo.

El mundo del fútbol tiene que tomarse esto en serio. Hay que erradicar de todos los campos, y al precio que sea, a estas hordas de salvajes antes de que ocurran cosas peores, como de hecho ya han ocurrido. Igual de peligrosos son los adictos a la violencia, como los que alientan a ella.

@sdnegrin