Hoy hubiera cumplido años José Luis Sampedro. Noventa y tantos. Si la vida no se le hubiese gastado de tanto dar. Uno, que comparte con el personaje día de nacimiento y casi todas sus ideas -las que conozco, claro está- lleva un tiempo transitando a ratos por la calle melancolía. Nada que ver con el maestro. Debe ser este invierno del norte que no te da tiempo a secarte y ya tienes otro aguacero encima. O las prisas, el estrés, las prioridades -tal vez equivocadas- o vaya usted a saber.

El caso es que nada parece tan inequívoco como el objetivo buscado por todos: la felicidad. La felicidad como meta.

No estoy en contra de las metas, pero me aburren todos los finales. Tratamos algunas veces como si nuestra vida fuese una empresa, un comercio, un negocio con fines económicos: nos ponemos objetivos y perseguimos resultados. Y fracasamos: porque la vida no se mide en números. Cuentan que a John Lennon le preguntaron de niño qué quería ser de mayor. Él dijo: quiero ser feliz. He aquí la única ambición imprescindible.

En ocasiones la felicidad va ligada al éxito profesional. No. No es así. Yo digo que la felicidad casi siempre camina libre. Por donde ella quiere. No la puedes atar. Te sorprende en cualquier momento y en cualquier momento, también, se te escapa. Pensamos que la felicidad está en las metas, y muchas veces está en las salidas. O en el camino. Como en el poema de Kavafis: "No creas que el fin es llegar a Ítaca, sino descubrir todo lo que el viaje a Ítaca te regaló".

No te agobies con las metas. Tú no eres una empresa. No necesitas un balance empresarial positivo. Eres un ser humano. Con tus defectos y virtudes. Cuando te mires en el espejo cada mañana no programes las 24 horas de tu día. No tengas una agenda repleta de cosas que no quieres hacer. Deja tiempo para ti. Sin números. Sin horas marcadas. Sin pautas. Deja tiempo para las sorpresas. Para esperar lo inesperado. Dale una oportunidad al azar. La fortuna puede llegar a la arena de tu playa cual náufrago superviviente.

No permitas que programen tus emociones como si fueses un robot. Vive sin un tic tac que te marque. Desátate. Haz del entusiasmo un aliado: la primavera comienza hoy. El uno de febrero. Y cuando te sientas perseguido por los objetivos, piensa que sólo hay una ambición imprescindible: la felicidad.

El libro, titulado "Los Cinco Arrepentimientos de los Moribundos", es un recuento de memorias sobre la vida de una enfermera y sus experiencias durante años de trabajo en cuidados paliativos.

Es realmente triste llegar a la tumba pensando "ojalá lo hubiera hecho...". Y el principal arrepentimiento de mucha gente es "ojalá hubiera tenido el coraje de hacer lo que realmente quería hacer y no lo que los otros esperaban que hiciera''". "Ojalá no hubiera trabajado tanto", porque eso, decían, los había hecho perder el equilibrio y como resultado habían perdido muchas cosas en su vida".

"Hubiera deseado tener el coraje de expresar lo que realmente sentía". "Habría querido volver a tener contacto con mis amigos". "Me hubiera gustado ser más feliz"...

Estamos a tiempo. Todos. Todas. Al fin y al cabo estamos vivos y eso significa que la felicidad está por ahí cerca. A lo mejor, sólo es cuestión de dejarse ver.

Feliz domingo.

PD. Te recuerdo Auxi. Hoy especialmente. Me duele tu ausencia. Tu recuerdo me reconforta.

adebernar@yahoo.es