El esfuerzo inútil, dice una vieja frase, conduce a la melancolía. Después de largos meses, el petróleo se ha esfumado del panorama político y mediático de Canarias. Se acabó un enfrentamiento que para muchos ha sido inútil. ¿Lo ha sido realmente? Bueno, nos hemos enfrentando en posiciones radicalmente opuestas a la Administración Central del Estado, nos hemos peleado jurídica y socialmente por una amenaza que, finalmente, no existe. Y pese a ello, tal vez no hayamos perdido el tiempo.

A lo largo de la dilatada polémica del petróleo hemos tenido oportunidad de reflexionar sobre uno de los más graves problemas de nuestras islas, el abastecimiento energético y nuestra peligrosa y cara dependencia de los combustibles fósiles. El debate, el enfrentamiento contra el Ministerio de Industria, ha llegado a la calle. Ha llegado hasta todos los ciudadanos que han tenido oportunidad de escuchar y pensar en el largo y caro proceso que está detrás de ese pequeño acto de encender una luz o conectar un electrodoméstico a la toma de corriente.

El cinco por ciento del producto interior bruto de Tenerife y de Canarias, se gasta en la compra de energía, esto quiere decir que algo no hemos hecho bien. A la hora de gestionar el territorio no hemos tenido la correcta perspectiva para su aprovechamiento energético y los concursos para la asignación de potencia han fracasado. En España no se han enterado de que producir renovables en Canarias es más barato que los procedimientos basados en el uso de fueles derivados del petróleo. Cada año nos gastamos casi tres mil millones de euros en la factura energética de un territorio que, al ser insular, impide que las islas compartan a través de una red un solo sistema de generación. De hecho tenemos seis sistemas de producción (Lanzarote y Fuerteventura forman una sola red) para abastecernos de energía. Pero estamos a tiempo de buscar soluciones. Es necesario un cambio de rumbo; no solo hablar de grandes parques eólicos sino también de pequeñas plantas fotovoltaicas que se puedan instalar en colegios, hogares, en los hogares de todos con la potencia necesaria para un consumo determinado, cambiar el sistema de incentivos a la energía.

El debate del REF, aunque no lo parezca, esta muy conectado con el de la energía. Las ayudas del Estado a Canarias que contempla el REF (subvención a la producción de energía eléctrica o al transporte de viajeros o mercancías, entre otras) no son fondos destinados a hacernos mejores que los demás territorios del Estado, sino iguales. Porque en las Islas los costos de toda actividad que se emprenda son mucho mayores. Por eso las políticas energéticas que sirven en territorio peninsular no sirven en Canarias.

Si para algo ha servido el petróleo que no estaba es para que mucha gente empiece a preocuparse y mentalizarse de la necesidad de que aprendamos a producir nuestra energía intentando aprovechar nuestros propios recursos naturales. Eliminar la dependencia exterior no sólo es ahorrar, no sólo es comprar menos, sino disminuir el estrangulamiento de nuestros sectores productivos dependientes de un petróleo que con el paso de los años tenderá inevitablemente a la escasez. Aunque sólo hubiera servido para eso, el debate del petróleo ha servido para mucho.

Pero para implantar las energías renovables en Canarias hace falta más, hace falta que empecemos a revolucionar las cosas. Hace falta llevar el discurso del no al petróleo a la acción, para que todos podamos tener renovables produciendo nuestro pequeño consumo. Del entre todos no al petróleo al entre todos produciendo energía limpia.