Siempre he sido aficionado al fútbol. Hace unos días, por casualidad, estaba frente a la pantalla cuando entregaban el Balón de Oro. Sentí vergüenza ajena. Siempre defendí los valores del fútbol. Lo que vi por la pantalla fue un esperpento que me demostró que efectivamente este país está idiotizado.

La televisión nacional que transmitía el bodrio apuntaba como motivo principal para enganchar al espectador la posibilidad de que ese jugador con pinta de "Playmobil", llamado Cristiano Ronaldo, pudiera llorar al recoger el trofeo. Alucinante ver a los presentadores, rebuznando el asunto, poniendo la cara del asno de Shrek.

El tal Ronaldo recogió la pelota y en vez de llorar berreó una especie de grito zulú que al parecer es lo que ladra cuando marca gol. El populacho quedó regocijado, y el tal Ronaldo se mandó a mudar con la pelota, pensando en la cuchipanda de champán que se iba a pegar con la novia y los colegas. Ganando 15 millones de euros al año, ya puede.

Y los presentadores siguieron debatiendo sobre la ausencia de lágrimas del Ronaldo. Y la gente hablaba de ello. Y yo apagué la tele. Es verdad que el fútbol siempre ha sido el mejor opio para los problemas, pero nunca pensé que atontara tanto y que hiciera a mentes sensatas hacer el ridículo de tal manera.

@sdnegrin