Acostumbro a caminar mucho. Normalmente y a no ser que la distancia ya sea considerable, suelo ir a pie a todos sitios. Tengo para mí que los beneficios de andar van más allá de la salud. Que caminando ves, que puedes observar, que "pisas" la realidad.

Andando hoy, como ayer y antes de ayer, me he tropezado con un hombre que debe estar cerca de los sesenta. Lo veo prácticamente a diario. Mismo pantalón, misma camisa. Mismo bolso, mismos zapatos. Misma barba de varios días. Mismo triste ademán. Misma mirada vacía. Siempre el mismo caminar. Va y viene por las calles. De repente le encuentro subiendo y de nuevo bajando. Y repite el camino inverso. Va como rondando la ciudad, solo que sin orden ni concierto, sin destino, sin lugar al que llegar.

Andando hoy, como ayer y antes de ayer, he visto a gente durmiendo en los cajeros automáticos. Y a las puertas de un centro comercial reunirse unas cuantas personas para pasar la noche. Supongo que buscan estar juntos para darse protección. Y allí se organiza un improvisado campamento a los pies de enormes escaparates que ya anuncian espectaculares rebajas. Entonces sientes que el fresco de esas horas te deja helado. Y aún más, te cala.

La recuperación de la crisis tiene mucho que recuperar. No es solo recuperar el estímulo y el ritmo de crecimiento macroeconómico. No es solo recuperar el PIB y la competitividad. No es solo recuperar el poder adquisitivo y la estabilidad. Para la gente que la crisis dejó en la estacada, es recuperar lo más esencial: el alimento, el trabajo, la vivienda, la salud, la higiene... Lo que cubre nuestras necesidades fisiológicas y nuestra seguridad.

He estado leyendo acerca del trabajo de Abraham Maslow, un psicólogo norteamericano que, realizando una investigación con monos, llegó a darse cuenta de que todas las necesidades que estos tenían no eran igual de importantes. Luego, trasladó su interés a las personas tratando de averiguar qué necesidades tenemos los seres humanos y en qué medida son esenciales para nuestra propia supervivencia. La jerarquía de necesidades de Maslow muestra gráficamente a través de una pirámide las prioridades que los individuos tienen que cubrir para aproximarse a un bienestar, vamos a decir, básico. Para que a partir de ahí, podamos ir creciendo.

Según el investigador, en la base de esa pirámide están nuestras necesidades fisiológicas, como comer, beber o descansar, entre otras. Le sigue la necesidad de seguridad, o sea, tener trabajo, ingresos económicos, tener salud, tener hogar... La siguiente necesidad humana tiene que ver con el amor y el sentido de pertenencia. Esto es, el afecto de la familia o sentirnos conectados a un grupo de amigos, a una comunidad, a un barrio... Un poco más arriba está la necesidad de reconocimiento. Maslow habla no solo de sentirnos respetados y valorados por los demás; también de respetarnos y valorarnos a nosotros mismos, es decir, el autorreconocimiento. Y arriba del todo sitúa la necesidad de la autorrealización. Lo describe como el nivel en el que desarrollamos todo lo que podemos llegar a ser. Aquí habla de autenticidad, creatividad y del sentido mismo de la vida. La idea es que para alcanzar un nivel hay que tener cubiertas las necesidades del nivel anterior, y que esto hace posible nuestro desarrollo.

Cuando leo la jerarquía de las necesidades de Maslowy observo a la gente "perdida" en la calle, comprendo que la recuperación no será tal si no logra salvar lo fundamental. Hombres y mujeres revestidos de dignidad que puedan volver a empezar por lo básico y desde ahí, progresar. Una sociedad restaurada, reparada y cicatrizada de desigualdad.

@rociocelisr / cuentasconmipalabra.com