En cierta ocasión, mi buen amigo el constructor tejedense-guamasero Ambrosio Jiménez me dijo: "Mira, Olivita, a mí me gusta ir a un casino y perder", a lo que sobre la marcha le contesté: "Coño, será ganar", dejándome en la estratosfera no, sino lo siguiente, cuando remachó: "Ah, eso ya es la leche".

De todos es bien sabido el crucial papel que tuvo el papa Francisco en que EE.UU. y Cuba restablecieran sus relaciones, y fue fundamental la visita que hizo al Vaticano el presidente Barack Obama. Al levantarse ese concreto día del lecho pontificio, el propio papa había comentado a sus más directos ayudantes: "Hoy creo que no estoy muy católico". Y yo añado: si llega a estar católico total, de paso arregla lo de los cárteles mejicanos, lo de las FARC en Colombia, lo de Siria, Irak y Afganistán y hasta la pretensión de Junqueras y Mas sobre la independencia de Cataluña.L

Vuelvo a la carga con un golpe que se mandó Ambrosio Jiménez cuando acudió a "Los Limoneros" a cenar con su esposa y otro matrimonio. Echándole una ojeada a la carta dice: "Miren, no les recomiendo el salmón porque aquí lo sirven crudo".

En la Punta del Hidalgo veraneaba el abogado Leopoldo Reyes, que estaba sordo como una caja, y que combatió en África en la batalla de Annual. En cierta ocasión, un lugareño y vecino de don Leopoldo llamado Celestino Ramos le dijo: "Buenos días, don Leopoldo, que estás más cerdo que una tapia", dibujándose en la cara del letrado una ligera sonrisa, pues no se enteró de nada.

Hay una anécdota del capitán general de Canarias García Escámez que me contó en el Real Club Náutico su hijo Antonio. Un domingo, y de paisano, baja la calle del Castillo García Escámez, de punta en blanco, y por la misma acerca y uniformados subían tres reclutas. Una vez los soldaditos rebasan a la que por aquel entonces por rango y protocolo era la primera autoridad del Archipiélago, uno de los "quintos" se acerca a García Escámez y le dice: "¿Me da fuego?", a lo que accede Escámez, y antes de que el fumador se fuese lo llama su superior y le dice: "Cuando esta noche te incorpores al cuartel le dices a tu capitán de guardia que te ha dado fuego el mismísimo capital general de Canarias". Lo que nunca se supo es si el capitán de guardia se creyó el relato del "quinto" o lo atribuyó a pura fantasía del fumador.

Y hablando de aceras, contarles una en que el protagonista fue mi abuelo paterno, Juan Bautista Oliva, procurador de los Tribunales de Justicia y notario eclesiástico sustituto. Fue en una ocasión en que mi pariente paseaba por la acera y un grosero e impertinente peatón, al llegar a su altura dice en alto: "Yo no le doy la acera a un imbécil" y mi abuelo, girando casi sobre sí mismo y haciendo una señal con su brazo, le responde: "Pues yo sí".

Perla: en La Palma, el lunes de Carnaval, día de los Indianos, habían colocado un cartel en la cristalera de un bar que decía: "Aquí está prohibido echar polvos".

Hasta la próxima, no me fallen y el humor ha venido para quedarse.