Como decía Einstein, hay dos cosas que pueden ser infinitas, el universo y la estupidez humana. Del universo no estaba totalmente seguro. En estos días se han publicado varios estudios supuestamente científicos en los que es posible comprobar la aseveración del padre de la relatividad. Uno de ellos, por ejemplo, establece que los hombres son idiotas. Para demostrarlo, algunos machos indignados escribieron a los periódicos protestando por un titular tan ofensivo.

La afirmación se publicó por la revista British Medical Journal, haciéndose eco de un estudio de los premios Darwin que se conceden anualmente de forma póstuma a quienes mueren de manera absurda y sin dejar descendencia. Los hombres se llevaban 282 premios en los últimos veinte años, superando ampliamente a las 36 mujeres que arriesgaron su vida (y la perdieron) en algún acto realmente estúpido. Cualquier persona sensata sabe que no hace falta ningún estudio para determinar que los hombres son bastante más rebenques que las mujeres. Sobran las demostraciones empíricas porque para comprobarlo tenemos miles de años de historia a nuestra disposición. Y si no te gusta leer, pues te pones a mirar la tele para ver a unos descerebrados que se abren los sesos como sandías intentando saltar de un balcón a otro en el octavo piso de un hotel de la Costa Brava. Y ya te queda perfectamente claro.

El segundo estudio, aspirante también al galardón de la tontería, se lo lleva un análisis de comportamientos que suelen aflorar en estas fechas navideñas, como las compras compulsivas o los rituales de la suerte. Por ejemplo, hace unos días se difundió uno sobre "laapofenianavideña": la creencia de que hay patrones de conducta en las casualidades. El caso paradigmático es el de aquellos que hacen horas de cola para comprar un décimo en el mismo local donde salió el Gordo el año anterior. El estudio considera el asunto una auténtica estupidez. Claro que vayan ustedes ahora a contárselo a los que compraron en la gasolinera que vendió un premio el año pasado y vendió otro este año. Los que apostaron por comprar en el mismo sitio se forraron. Y es que la suerte tiene sus pautas que nada tienen que ver con la estadística ni con la ciencia.

Con todo, el más estrambótico de los estudios "científicos" es el que demuestra que los ganadores del premio gordo de la lotería tienden a hacerse conservadores, engordan y siguen trabajando. Lo de hacerse conservadores es obvio, ya que lo primero que uno tiende a hacer es intentar conservar el dinero a buen recaudo. Lo de engordar se cae de maduro, porque de estas malditas fiestas ya sale uno con dos o tres kilos de más sin necesidad de que te toque la lotería, pero lo de seguir trabajando... ¿De verdad que a uno le toca el Gordo y se va al día siguiente a la oficina a aguantar al jefe otra vez? Pero sigues leyendo el estudio y te das cuenta de que está realizado en Suecia y con la lotería sueca. Acabáramos. Es verdad que los hombres son más idiotas que las mujeres, pero falta otro estudio que demuestre que cuanto más al norte te vas, más tontos somos.