Es su hora. El conejo vuelve con fuerza a las casas, donde el carísimo pescado se ha vuelto una utopía o reducido a una sopa. Va a ser que hoy no hay lenguado ni mañana calamares, pero ¿conejo? Será por conejos... El conejo siempre se ha dado bien por estos lares.

Nos gusta el conejo, claro está, pero nos indigna pensar que si ahora se hace el rey de la cocina es porque otros se han hartado de langostinos. Posiblemente, el conejo es más saludable que el langostino -dicen algunos que produce gota-, posiblemente la vida austera tiene más encanto que sucumbir al exceso del vicio y de los lujos superfluos, pero jolín, nos hubiera gustado probar un poco lo que es malo para poder decantarnos luego por lo bueno y no que nos lo dieran ya decidido.

Es lo que hay y de nada nos sirve engañarnos. No somos pobres porque hayamos vivido por encima de nuestras posibilidades, sino porque otros han sido ricos a costa de gastarse lo nuestro. Y lo peor tal vez no sea que nos hayan privado de lo material, que también duele muchísimo, sino que nos han hundido en el descreimiento y el cinismo.

Cuando se abrió la caja de Pandora y salieron de ella todos los males, al menos quedó, en el fondo, la esperanza. La esperanza es el motor que nos hace seguir viviendo y esa también nos la están arruinando. Cada vez que un gran partido, que una institución vacila -todas lo están haciendo- y nos muestra toda su podredumbre, nuestra fe se desarticula y nos invade la impotencia más total; la desesperanza. No nos van a devolver el dinero, eso es una quimera, pero lo más grave es que tampoco nos van a devolver la ilusión ni la fe en el género humano.

Si viene alguien nuevo, aún intacto, y nos promete cosas bonitas, nos aseguran que es como ellos o peor, que nos arruinará el futuro -¿más todavía?- y que, en fin, somos los mismos ilusos de siempre. Gracias por la advertencia. Nos consuela un montón.

Menos mal que nos queda el conejo. A cuenta del conejo comemos y hacemos chistes verdes. Los chistes verdes también nos consuelan, pero son un arma de doble filo. Un chiste verde malo repugna como una morena poco frita, pero un chiste verde bueno es impagable. En cualquier caso, nos quedamos con el chiste, verde o no. A los españoles, si no nos salva el amor, nos salva el humor.

El amor y el humor van juntos, porque amo a quien me hace reír por encima de todas las cosas. El humor es un síntoma de inteligencia y una bandera de libertad que escapa a cada rigor. Cantaba Silvio Rodríguez; "río, río, río, río de verdad, como un animal que ha sido puesto en libertad".

El amor mueve el mundo, pero el humor mueve la mandíbula y un sinnúmero de músculos. El humor es un aval y el amor una hipoteca: si no pagas, el humor puede impedir el desalojo. Y todo por culpa del conejo, ese mamífero pequeño, rápido, madriguero, que asalta por los caminos, que saluda sin sombrero. Por eso -y por mucho más- yo, de todos los animales, escojo al conejo.

Y a vosotros, que nos habéis robado la esperanza, la fe, la ilusión, que nos habéis abocado al consumo de conejo y ansiolíticos, que os habéis reído de nosotros en las narices, recordad que quien ríe el último ríe mejor.

Feliz Navidad.

adebernar@yahoo.es

PD. Esta Navidad será especial. En casa de Pepe D+ están todos. Iván no quiso faltar. Brindo con ustedes por su felicidad. Un abrazo amigo. Ahí tienes a tu hijo.