Persona propuesta para una dignidad o cargo, aunque no lo solicite. Así canta el diccionario. Será uno de los vocablos más gastados en los próximos meses. Muchos anhelan ya ser candidato, algunos lo son ya, y luego también están los que sueñan con ir en la lista del candidato, pero esa es otra historia.

La palabra en cuestión es soñada por las noches. Susurrada en tertulias y copeteos y ocultada cuando pueda comprometer. Los ruinitos sueltan nombres de candidatos que están en la pomada, y así "queman" sus nombres. Habrá candidatos altos, bajos, parlanchines, silenciosos, matraquillosos, elegantes, rutilantes, petulantes y hasta malcriados.

El candidato hace la lista de periodistas amigos y enemigos. Se deja querer, y recibe las miradas adulonas de los militantes. Sienta cátedra cuando habla y sabe de todo. En nada los verán en los lugares más inverosímiles contando historias, pasando la mano por encima, sonriendo a las abuelitas y sacándose fotos de carcajada a ver si pillan hueco en el periódico.

Activan el modo "revelo mi rollo", muchas veces para vender asuntos que ni se creen. Les hacen preguntas en radio y televisión y se quedan hablando solos, "revelando su rollo". Pero ya se sabe, es el momento de llenar la talega de votos. Candidatos, no nos queda nada.

@sdnegrin