Publica El País los resultados de una macroencuesta -las encuestas macro parece que están de moda-, realizada por el Instituto para la Sociedad y las Comunicaciones de Vodafone, que ponen de manifiesto, entre otras cosas, que seis de cada diez jóvenes españoles se plantean emigrar en busca de empleo. "Becari@ hart@ de no cobrar busca curro de verdad", se lee en una proclama sujeta al pecho de uno de esos jóvenes laboralmente desahuciados. Sustituir la "o" o la "a" por el símbolo arroba es una soplapollez mayúscula de la que no tiene culpa el piberío que la utiliza sino los mentecatos que les han inculcado un falso e inservible concepto de igualdad. La igualdad es un asunto deseable, respetable y hasta conseguible sin tantos líos ni patadas al diccionario, pero en fin; a lo que voy.

La culpa de que los jóvenes no encuentren trabajo en su propio país no la tienen los políticos, ni los empresarios que no arriesgan en sectores no tan lucrativos como lo fue el ladrillo hasta hace ocho años -tal vez si tuvieran menos cargas fiscales y más facilidades para despedir arriesgarían un poco más, aunque tampoco de eso estoy seguro-, ni siquiera los empleados colocados en esas empresas que todavía funcionan y que tratan con desdén a los aprendices y colaboradores que les lleguen porque la carne de becario es barata; a veces incluso sale gratis. La culpa la tienen los propios jóvenes desempleados. Nadie los obligó a que se hicieran médicos, o abogados -sólo en Madrid hay más abogados que en toda Francia-, o ingenieros, o biólogos, o físicos. ¿Es que no sabían que este es un país destinado por Bruselas al ocio continental? Un país de camareros, cocineros -si bien ahora a los cocineros los llamamos chefs, que suena, ¿cómo decirlo?, ¿más chic?; en qué caterva de pollabobas nos hemos convertido-, peluqueros, modistillos con ínfulas, barrenderos y similares. Claro que hacen falta unos pocos médicos, ingenieros y hasta psicólogos -los psicólogos parecen tener buen futuro con tantos desquiciados como hay-, pero no demasiados. Igualmente son necesarios unos cuantos titulados superiores para cubrir las plazas de funcionarios que vayan surgiendo. Ser funcionario es la aspiración del 85 por ciento de los jóvenes canarios, según otra encuesta -no recuerdo si macro o de las normales- que manejaba hace algunos años el Gobierno regional. Desconozco como anda el asunto a escala nacional, pero ustedes pueden imaginárselo.

Huelga añadir que cuando aparece una remota posibilidad de que la gente encuentre ocupación en algo distinto que alquilarles coches o servirles güisquis a guiris tatuados, algo como el aún a día de hoy espejismo del petróleo, alguien se encarga de movilizar a esos jóvenes en contra de sus propios intereses -la juventud es muy idealista pero también muy manipulable- para que todo siga igual: el político en su puesto y los recién licenciados en un paro tan atroz como desesperanzado y descorazonador.

rpeyt@yahoo.es