Ha dado mucho que hablar el artículo publicado el pasado viernes, en un diario de tirada nacional, por el presidente del Gobierno de España bajo el título "España, el relato de un cambio". "Cada día escuchamos y leemos, como es lógico, opiniones muy distintas: unas más negativas, otras más positivas", escribe Mariano Rajoy. "Y, sin embargo, creo sinceramente que hay una afirmación que puede ser un punto de encuentro para todos. Creo, en efecto, que ya podemos decir, sin temor a equivocarnos, que esta legislatura va a terminar mejor que como empezó. Que vamos a pasar del agujero negro de la recesión a un horizonte de recuperación consolidada. Que la España de 2015, en definitiva, va a ser mucho mejor que la España de 2011".

del PP que no es el momento para euforias porque todavía nos acucian muchos problemas; el principal de todos, el paro. En eso coincidimos al cien por cien con Rajoy, y así lo hemos expresado en nuestros editoriales y comentarios durante las últimas semanas. No queremos aguarle la fiesta a nadie, pero ni el presidente del Gobierno central, ni mucho menos el titular del Gobierno de Canarias pueden presumir de grandes logros en materia de empleo. La disminución en el número de parados ha seguido una pauta oscilatoria. Es verdad que se ha creado empleo neto en los tres últimos años, pero no lo es menos que ese incremento ha sido escaso. España sigue teniendo 5.700.000 desempleados, en números redondos según la Encuesta de Población Activa, de los cuales 362.000 están en Canarias. Estas cifras son tan espeluznantes que no admiten ningún atenuante.

Tampoco nosotros deseamos caer en la propaganda negra -leyenda negra, se dice históricamente- de que las cosas siempre van mal en España y peor en Canarias. Postura que no nos impide contradecir al presidente en su también afirmación de que "la recuperación de los ingresos públicos por fin nos ha permitido acometer una importante reforma fiscal, que esta misma semana se ha aprobado definitivamente". La reforma fiscal es insuficiente y, además, llega tarde para muchas empresas que ya han desaparecido. Rajoy ganó las elecciones con la promesa, entre otras, de reducir los impuestos. Esa fue una de sus promesas incumplidas, pero no la única. Era posible reducir el déficit heredado del anterior equipo socialista reduciendo el gasto público. No con recortes en servicios esenciales, lo cual se ha hecho en demasía, sino con la eliminación de corporaciones públicas innecesarias.

Vivimos en un país en precario y en una de sus comunidades autónomas todavía más inestable económicamente hablando. Nos sustentamos en un sector turístico pujante que, pese a no haber recuperado sus tasas de empleo anteriores a la crisis, nos está salvando en gran parte las cuentas regionales. Porque si en España los comentaristas propensos a ensalzar las políticas de izquierda hablan de tres años perdidos -los que lleva Mariano Rajoy presidiendo en el Gobierno-, en Canarias podemos hablar de siete. Siete años con CC a la cabeza del Ejecutivo regional, los primeros en compañía del PP -aunque el pacto no se prolongó durante toda la legislatura- y estos últimos con el PSOE.

Dijimos hace unos meses que aún tenía tiempo el Gobierno canario, y nos referíamos muy concretamente a su presidente, de actuar pensando solo en los intereses de los ciudadanos. La oportunidad se le presentaba propicia a Paulino Rivero cuando su partido optó por Fernando Clavijo como candidato a las elecciones de 2015. Libre de ataduras, pudo Rivero centrarse en el desempleo -que es la causa de casi todos los demás problemas que nos vapulean- y en conseguir que se nos oiga en Madrid en asuntos realmente cruciales. Los sondeos y las posteriores e hipotéticas extracciones de petróleo. Dar a conocer con cierto alarde que el 75 por ciento de los canarios está en contra de las prospecciones nos parece bien, pero no resuelve los problemas de los canarios; ni de los que han sido encuestados, ni de los demás. Estamos a favor de que se conozca la opinión de los ciudadanos y admitimos, como hemos dicho en múltiples ocasiones, que el Gobierno central ha actuado con cierta prepotencia -no queremos utilizar el término soberbia- en este asunto. Sin embargo, también debe saber el Ejecutivo canario y su presidente que la situación de estas Islas no se resuelve con encuestas.

Los derechos que debemos reclamar en Madrid son otros. No nos sirven los soberanistas de última hora. Aquellos que tanto nos han criticado por reclamar que las decisiones que afectan a los canarios se adopten en las Islas. Le recuerdan a Mariano Rajoy que la tasa española de desempleo es incluso peor que la existente cuando Rodríguez Zapatero presidía el Gobierno. ¿Qué le podríamos recordar a Paulino Rivero sobre este mismo asunto? Lo mismo podemos decir de los salarios. Es un hecho la pérdida de poder adquisitivo de una gran mayoría de los trabajadores españoles. No porque hayan subido los precios con los salarios congelados, como ocurría antaño, sino porque han bajado las retribuciones. Las empresas no han tenido más remedio que recortar los sueldos de sus empleados para no verse abocadas al cierre. Una debacle a la que no ha sido ajeno el sector de la comunicación. Insistimos en que lo más adecuado era contener el gasto público y aumentar la liquidez de las empresas reduciendo la presión fiscal. Al no haber sido esta la política de nuestros gobernantes tanto en Madrid como en Canarias, seguimos al borde del precipicio.

No es de recibo que la mitad de los jóvenes españoles con una edad comprendida entre los 15 y los 24 años piensen seriamente en emigrar a otros países. Esta situación no se da en ningún otro lugar de Europa salvo en Grecia. De nuevo los datos son peores si nos circunscribimos a la Comunidad Autónoma de Canarias, donde más del sesenta por ciento de los jóvenes están en paro. Hay desempleados porque carecen de la formación necesaria que requiere actualmente el mundo laboral y otros porque, aun teniéndola, no encuentran trabajo.

Pese a unas circunstancias que continúan siendo poco halagüeñas, hay motivos para la esperanza. Adelantábamos ayer en nuestra edición digital que el número de trabajadores afectados por expedientes de regulación de empleo ha descendido un 70,4 por ciento en Canarias durante los nueve primeros meses de este año. Hay salida para la crisis que padecemos desde hace más de siete años. No negamos, porque sería negar la evidencia, de que estamos en el camino de la recuperación como señalan Mariano Rajoy y Paulino Rivero. Lo que nos desespera es la lentitud con la que se está produciendo dicha recuperación y, sobre todo, las dudas que albergamos sobre la capacidad de nuestros políticos para que esas grandes cifras de las que tanto se habla lleguen a los ciudadanos. Se habla de que transcurrirán 25 años antes de que España, y consecuentemente también Canarias, recuperen el nivel de empleo existente antes de la crisis. ¿Podemos esperar todo ese tiempo? ¿Podemos condenar al desempleo a toda una generación? ¿Se resuelve esta situación con batallitas políticas como la del petróleo? La preservación del medio ambiente en una región con la proyección turística de Canarias es tan esencial como irrenunciable, pero ya no queda margen para la demagogia o el populismo, que es lo que llegará más pronto que tarde si los políticos de Canarias y de Madrid no reaccionan y se ponen manos a la obra.