Mientras media Canarias lamentaba ayer que el Tribunal Constitucional haya admitido a trámite los recursos presentados por el Gobierno central contra la consulta sobre las prospecciones, lo cual supone su suspensión cautelar, un remolcador de altura trasladaba a Las Palmas la plataforma petrolífera que llevaba varios meses atracada en el Dique Este del puerto de Santa Cruz. Allí será reparada antes de regresar a extraer crudo en cualquiera de los pozos que hay en la costa de la llamada panza de África; en Guinea y por ahí, porque en cualquier país del mundo -salvo en España- el petróleo es una bendición.

No sé si la Autoridad Portuaria de Tenerife ha podido hacer más para que tanto los trabajos de mantenimiento de esta plataforma como los correspondientes a las otras tres que siguen en la Dársena de los Llanos, a la vista de todo el mundo, se realicen en Santa Cruz. Posiblemente, no. Las empresas especializadas en estas tareas se han ubicado convenientemente en Las Palmas. Un puerto en el que siempre han contado con todas las facilidades del mundo y parte del extranjero. El caso es que los únicos beneficios que le ha supuesto a la capital tinerfeña el paso de estas cuatro plataformas por sus muelles se limitan a las maniobras de entrada y atraque, así como al pago del canon por estar amarradas a los muelles. Nada más, porque hasta los grupos electrógenos que les proporcionan electricidad mientras están atracadas los han traído desde Las Palmas.

Tiene razón el presidente de la Autoridad Portuaria de Tenerife cuando dice que la simple presencia de estas plataformas ya supone ingresos. Para el organismo que preside el señor Rodríguez Zaragoza, por supuesto que sí. Pero no sólo hay administraciones públicas en la viña del señor. También están las empresas privadas; o deberían estarlo. En definitiva, nos conviene que hayan venido aunque sólo sea para estar aparcadas. Eso sí, siempre que seamos conscientes de que el auténtico negocio no está en la permanencia sino en la reparación.

Esto es un prolegómeno de lo que va a suceder con el petróleo. Al final, habrá sondeos. Y si hay crudo aprovechable comercialmente, será extraído con consulta o sin ella. Incluso si se llegase a celebrar dicha votación y el resultado fuese negativo, habría prospecciones y, en su caso, extracciones porque el PP está dispuesto a asumir el coste político que eso le supondría en Canarias. En Baleares, en Valencia y hasta en Málaga no, porque en esos pagos o gobiernan los populares o tienen posibilidades sensatas de hacerlo. En Canarias bien sabe Soria que ni él, ni posiblemente nadie de su partido presidirá jamás un Ejecutivo autonómico. Por lo tanto, leña al mono hasta que se rompa la cadena. Si además los beneficios son mayoritariamente para Las Palmas, ¿cuál es el problema aparte de la cara de bobos que se nos va a quedar a los tinerfeños?

rpeyt@yahoo.es