Es en los momentos más difíciles donde más debemos mantener la serenidad. Esta triste semana, en la que hemos perdido la irremplazable figura de un compañero y de un político tinerfeño excepcional como Marcos Brito, nos enfrentamos a la posible existencia de un caso de ébola en nuestra isla. La alarma saltó el jueves por la tarde y de inmediato se activaron todos los protocolos de emergencia. La persona que se encuentra hospitalizada es un cooperante que estuvo en una zona de alto riesgo, en Sierra Leona, en contacto directo con personas que tenían en virus. Fue ingresado al presentar un cuadro de fiebre y dolor de garganta. Junto a él, en cumplimiento de los protocolos de seguridad, han sido aislados dos familiares directos que convivían con él en su domicilio. Los análisis realizados en el Instituto de Salud Carlos III de Madrid han arrojado resultados negativos.

La alarma creada por el ébola entre la población debe ser matizada con una información oficial abundante y fiable. Tengamos tranquilidad y confianza en nuestros profesionales de la Sanidad. Y en nuestros científicos. El catedrático de Parasitología de la Universidad de La Laguna Basilio Valladares, una autoridad mundial en el estudio de enfermedades infecto contagiosas, ha explicado una y otra vez, a quien le haya querido oír, que el virus del ébola es muy difícil de contagiar y que resulta impensable que se produzca una propagación incontrolada del mismo en países con unos sistemas sanitarios como los europeos.

La epidemia del ébola en Africa se debe a la escasa información de los ciudadanos que entran en contacto con ciudadanos enfermos y en la fase en que es posible la transmisión de un virus que sólo se contagia a través de los fluidos corporales como la saliva, el sudor, la sangre o los vómitos. Los sistema sanitarios del los países africanos donde el ébola ha causado más de cuatro mil muertos hasta la fecha son muy deficientes. No se aísla a los enfermos, no se crea un cinturón de seguridad en su entorno de personas cercanas o familiares, se permiten ritos de enterramiento donde se entra en contacto frecuente con los cuerpos de los fallecidos -que siguen trasmitiendo la enfermedad después de muertos- y tampoco se ofrecen las debidas garantías al escaso personal sanitario que atiende a los enfermos. Es en ese terreno y en esas regiones donde los países eurpeos tendremos que actuar, en origen, para frenar, controlar y erradicar los focos de esta peligrosa enfermedad.

Para nosotros, el ébola es una enfermedad que debe ser vigilada, pero que es perfectamente controlable. Fuera del paciente ingresado en el Hospital de La Candelaria, que no es portador del virus y que sigue hospitalizado por estar dentro de un grupo de riesgo y por cumplir los protocolos de seguridad, no existe ninguna noticia ni sospecha de existencia de un posible contagio en ningún lugar de nuestra isla.

Quienes tienen previsto realizar desplazamientos a nuestra isla, tanto por razones de trabajo como de ocio, pueden tener la absoluta seguridad de que Tenerife es una destino seguro. Los turistas que pasan sus vacaciones en nuestra isla deber ser los mejores testigos de la tranquilidad que debemos tener todos y que debemos mostrar todos.

Nuestras autoridades, nuestros profesionales de la sanidad y nuestros centros sanitarios han establecido un sistema de rigurosos controles que se practican a diario en Tenerife para prevenir la existencia de cualquier posible caso. La celeridad con que se ha actuado con el cooperante, que regresó a nuestra isla el pasado día 12, hace apenas cinco días, es una viva muestra de que estamos en buenas manos. En manos que actúan con rapidez y con eficacia.

Quiero pedirle a todos y cada uno de los tinerfeños, a quienes trabajan en nuestros hoteles, en nuestros bares y restaurantes, en nuestros comercios, a todos los que cada día son nuestro rostro y nuestra representación ante las personas que nos visitan, que sean ellos los mensajeros de nuestra seguridad, los que expliquen, si fuera necesario, que Tenerife sigue siendo una isla sana y segura y un destino maravilloso.