Daniel Piñeiro fue otro cañón lagunero y de él se cuenta que estando en su laboratorio de la farmacia de la calle San Juan tenía en sus manos una probeta que contenía una muestra de sangre de Miguel Peraza, oficial del Registro de la Propiedad de La Laguna, y que para el vino tinto era un poco majadero. Fue entonces cuando, acercando el tubo a la claridad de una de las ventanas, exclama: "¿Será de la isla o peninsular?".

En otra oportunidad un sobrino de Juan Ríos Tejera, más conocido popularmente como "Juanito Cabeza" y que vivía frente a la farmacia, fue a la misma y dijo: "Don Daniel, dice mi tío que me dé unas gotas para el oído, pues tiene un dolor insoportable". Entonces, don Daniel le dice al pibe: "Mira, vete otra vez a tu casa y le preguntas a tu tío si las gotas las quiere para el oído derecho o para el izquierdo". Lamento no poder contarles cómo acabó esta historia, pero la salida del boticario fue para enmarcar, no teniendo nada de particular que "el Cabeza" mentara a la madre de Piñeiro, que ya hacía unos cuantos años que estaba criando malvas.

Don Eugenio Martín era el padre de Kike "el Peta", que fue codirector de Los Sabandeños y los últimos meses de su vida se parecían bastante a los primeros de su existencia, cuando era solo un crío. Me explico. Un día después de Reyes, mi buen amigo Juanito "Calzones" fue a hacerle una visita a su casa de la calle Herradores, y le dice: "Don Eugenio, bonitos pijamas le dejaron los Reyes", contestando éste: "Sí, monísimos, pá mearlos y pá cagarlos".

Tomás Morales y su hermano Luis tenían un negocio en el que se alquilaba bicicletas y en donde se jugaba al futbolín y al billar, al lado de un local que hacía esquina entre Núñez de la Peña y San Agustín o calle Real, y en el que una hermana de ellos lo que alquilaba eran novelas del "far west", de Corín Tellado o de Marcial Lafuente Estefanía.

Años más tarde Tomás compraría a don Imeldo Delgado, padre de Purita y Pepito, y al que por sus andares acompasados y salerosos lo llamaban "Imeldo esto sí que son folías", la ferretería "El Candado". Su hija Purita contrajo "náuseas" con el diplomático lagunero Enrique Rumeu Ramos, que fuera embajador de España en diversos países, y actual conde de Barbate, título que heredara de su padre don Enrique Rumeu Palazuelos, ilustre investigador, historiador y presidente de la Sociedad de Amigos del País de Tenerife.

Un día, estando Tomás Morales en el mostrador de la ferretería, entra un mago a toda velocidad y le dice: "Déme una ratonera, que se me escapa el tranvía", respondiéndole Tomás: "No, de ese tamaño no tenemos".

En un determinado momento la ciudad de La Laguna entró en el libro de los récords Guinnes, pues tres hijos de la misma eran embajadores de España, como eran Enrique Rumeu Ramos, en Etiopía; Alberto de Armas García, en Venezuela, y Aurelio Pérez Giralda, en Abu Dabi.

Una vez, don Ramón González Mesa y Suárez-Madan se encontró con Manolito Aledo y le dijo: "Manolín -así le gustaba llamarlo-, te felicito pues me he enterado de que vas a casarte con tu novia Chicha Ascanio, pero lo que aun no me entra en la cabeza es que te vayas a casar con una de La Orotava". Todo esto lo decía el ilustre abogado en plan de coña, pues él muchos años antes se había casado con la orotavense doña Elena Machado, hermana del general Machado, famoso militar de la ciudad del Corpus.

Una vez Domingo García, más conocido como de Laguna o también como el "Puío", director y propietario de la revista mensual "Canarias Gráfica" y colaborador de este periódico de EL DÍA, pues llevaba la sección Ecos de Sociedad, estaba en un examen y había que traducir un breve texto del latín al castellano y era el siguiente: "Cogitur, ergo sum" (es decir, pienso, luego existo), y la respuesta antológica de Domingo fue: "Sí, esa frase la dijo Jesús en el huerto de Getsemaní y significa "Cogedme, soy yo"". No me digan que no es pá mitrarse. El otro apodo por el que se le conocía era el de "Puío", y le viene porque cuando era un crío su padre lo llevaba a ver a san Roque a su ermita en la montaña del mismo nombre y al ver que el dedo del pié del santo estaba supurando, con abundante sangraza a su alrededor, Dominguito no pudo por menos que exclamar: "Tiene el dedo puío" (podrido).

Domingo presumía, ya mayorcito, de tener un rosario que era "antiguísimo" y decía que era de doscientos años ante de Cristo.

Don Escolástico Pérez Espinosa, una vez, y en un juzgado de La Laguna, pidió la absolución para todos menos para un hijo suyo llamado Luis Javier, más conocido por "el Bombilla". Leñe, si sería malo el jodido chiquillo, y en el transcurso del juicio fue llamado como testigo Rubén "el Mono", hermano de Paquito "el Sardina", y lo único que dijo Rubén fue: "Yo vi un murmullo" (Oiga, que Dios le conserve la vista).

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Un tipo con un saco al hombro se tropieza con un amigo y éste le pregunta: "¿Qué llevas en el saco?", respondiéndole el amigo: "Ah, un poco de abono y mierda seca para las fresas", remachando el otro: "Coño, ¿tú no las has probado con nata?".

Hasta la próxima, no me fallen y el humor ha venido para quedarse.

* Pensionista de larga duración