No sé si Obama visitará el Hospital Presbiteriano de Texas, en el que una trabajadora sanitaria de Dallas ha contraído el ébola cuando asistía al ciudadano liberiano Thomas Eric Duncan, fallecido en el citado centro a causa de esta enfermedad. Tampoco estoy al tanto de si en esa improbable visita el presidente estadounidense irá a acompañado por el gobernador de Texas; un estado muy peculiar dentro de la Unión, pues funciona casi como una república independiente aunque no lo es. Por supuesto que no, ya que ni siquiera se habla por allí de soberanía compartida. De lo que sí estoy seguro casi al cien por cien es de que si esa hipotética visita se produce, ni al presidente ni al gobernador le van a tirar guantes protectores, en plan barriobajero, como hicieron el otro día con Mariano Rajoy e Ignacio González, este último presidente de la Comunidad Autónoma de Madrid, cuando acudieron al Hospital Carlos III.

Parece que las cosas siempre se hacen rematadamente mal en España y perfectamente bien en el resto de Europa, en Gringolandia y hasta en Corea. El otro día me comentaba una señora que la sanidad de Corea era mucho mejor que la española -quise entender que se refería a Corea del Sur; con la otra no me salen las cuentas- porque la hija de una amiga suya que andaba por allí en un viaje organizado tuvo una afección en los ojos y la trataron muy bien en el hospital al que la trasladaron. Algo análogo a lo que me dijo en cierta ocasión un señor empeñado en apostillar una argumentación jurídica: "Yo de eso entiendo porque la hermana del novio de mi hija es fiscal".

Estas anécdotas estrambóticas constituyen el alegato esencial de muchos debates en este país. Después de todo lo que han despotricado unos y otros sobre la capacidad de España para gestionar un problema grave y desconocido hasta sus últimos extremos, como es la epidemia de una enfermedad nueva, resulta que en la primera potencia planetaria -potencia tecnológica, porque China acaba de superarla en PIB- sucede lo mismo sin que nadie pida la dimisión de Obama. Vaya por Dios. Además, lo ocurrido en Estados Unidos con este contagio no se debe, aparentemente, a una fatal casualidad. El director del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de ese país, Thomas Frieden, ha admitido que hubo una "ruptura del protocolo de seguridad" en el antes mencionado Hospital Presbiteriano. A falta de una investigación a fondo, que ya está en marcha, parece que ese fallo pudo producirse por un error humano. ¿A qué me suena esto?

¿Es posible que esté tan enferma la sociedad española para que todo el mundo le salte al cuello a todo el mundo cada vez que se produce un error, sea sanitario, deportivo, educativo o de cualquier tipo? Pues sí, es posible. Por eso urge buscar las causas -motivos que intuimos todos- e intentar ponerles remedio, si es que todavía estamos a tiempo.

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