Lo peor que llevan los nacionalistas catalanes, con Mas a la cabeza como mamporrero de Esquerra Republicana, es terminar como su predecesor, Lluis Companys, que acabó haciendo el ridículo cuando proclamó el Estado Catalán, allá por 1934, y éste le duró unas nueve horas antes de que el presidente del gobierno Lerroux proclamara el Estado de Guerra y el general Batet lo pusiera en primer tiempo de saludo después de haberle cañoneado el palacio de la Generalitat.

Ahora estamos en otros tiempos y en vez de mandarles los cañones se le puede amenazar con el artículo 155 de la Constitución, interviniendo la Comunidad Autónoma si fuera necesario; y, tal y como van las cosas, todo indica que Mas sigue esa dirección. Para ello hace tiempo ya que tira de la cuerda de la legalidad y de la paciencia democrática del gobierno de turno y de la mayoría de los españoles; lo que no resta para que otros salvapatrias, tal y como le sucede al presidente canario, se miren en el espejo de la insolidaridad y la desvergüenza política y, como ocurre en Cataluña, antepongan sus intereses particulares y de partido a los intereses generales de sus conciudadanos.

Y así, al señor Rivero, imitando a Mas, se le ha ocurrido revestirse también con la bandera del más rancio y perverso nacionalismo y, adoptando una impostura moral a todas luces impropia de un demócrata, se erige en el defensor de todo el pueblo canario para, a través de una consulta popular, solventar una particular guerra encubierta contra el gobierno central en general, y contra el ministro de industria en particular, sin importarle un ápice si en esta guerra partidaria se enfanga de camino el nombre de Canarias.

Lo que ha logrado el señor Rivero, como Mas, es ensuciar el clima político creando una situación caótica, penosa e inmoral al que contribuye de manera especial el socialismo canario, reconvertido esta vez en comparsa de esta farsa donde lo de las prospecciones es tan sólo una excusa para criticar, pelear y combatir al partido del gobierno central; tan sólo le falta al señor Rivero, y creo que no tardará mucho, pregonar a los cuatro vientos aquello de "Madrid nos roba".

Al igual que Mas, al señor Rivero se le ha ocurrido preguntar al pueblo canario algo por lo que el ciudadano debe estar sin dormir desde hace tiempo; y no es por el paro, que ya sabemos que estamos en cabeza de todas las listas; ni por la educación, que andamos en la cola; ni por la sanidad, donde los pacientes se mueren en las listas de espera o en los pasillos de urgencias de los hospitales; no, ni mucho menos, sino que lo que quiere preguntarnos es: ¿cree usted que Canarias debe cambiar su modelo medioambiental y turístico por las prospecciones de gas o petróleo? Ahí es nada.

Claro está que, puestos a preguntar, podría dejar que el canario pudiera optar a varias respuestas; un suponer: Sí, No, Depende. O ¿Por qué me hace usted esa pregunta? Ya que da la casualidad de que a falta de conocer los detalles de los datos pertenecientes a todos los miembros del Ejecutivo, incluido el presidente, resulta que el líder de la oposición, el socialista Pedro Sánchez, junto a Fernando Ríos, que es nada menos que el comisionado para el Desarrollo del Autogobierno y las Reformas Institucionales del Gobierno Canario, son, oh casualidad, accionistas de Repsol y DISA, respectivamente. Además de que el vicepresidente canario, el señor José Miguel Pérez, socialista él, pertenece, además, al Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria de Las Palmas, la cual aprobó en su día que dicho puerto se convirtiera en base logística de Repsol. ¿Hay quien dé Mas?

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